José Teo Andrés
Lo que era aquel barrio de la ferrería
Dice un amigo mío que me estoy poniendo un poco plasta con una columna permanentemente dedicada al firmamento político y que era más entretenido antes que procuraba ocuparme de otras cosas menos endogámicas. Yo le he contestado que es posible que tenga razón, pero que resulta muy difícil sustraerse al ámbito que nos rodea y que es cada vez más opresivo, que cada día nos somete a más presión y cada día nos obsequia con una perla nueva. Es incluso natural sucumbir a los dislates a los que uno se asoma, como es el caso de ese asesor presidencial llamado Salazar que se paseaba por los despachos de Ferraz con la minga fuera y ejecutó un pase de felación por los pasillos ante el estupor de la concurrencia. Salazar, un acosador de libro que se asomaba a los escotes y ponía notas a los culos de las secretarias, es un sujeto pernicioso que no debería estar donde está desde hace mucho tiempo, porque esas cosas se saben, corren como el viento y es pertinente pararlas en seco, pero sobre todo es un personaje que no debería estar hace unas semanas comiendo en un lugar discreto con la portavoz y ministra Pilar Alegría, la misma que se retrataba ayer con la sonrisa de oreja a oreja en compañía de las jugadoras de la selección femenina de fútbol ganadoras espléndidas de la Liga de Naciones ante una Alemania a la que en el segundo tiempo pasaron por encima.
La presencia en el trabajo de un majadero que quiere hacerse el simpático y ocurrente, que gasta bromas de contenido sexual bajo la coartada de que son inocuas y divertidísimas, que se pasa en las cenas de empresa y que hace con frecuencia el ridículo, es un espécimen no infrecuente por desgracia, asentado en los lugares de trabajo y diversión de todos los ámbitos sin distinción ni afinidades de ideología y pensamiento. Los hay en todas partes, pero es muy pertinente no hacer la vista gorda con ellos y no es prudente compartir con ellos mesa y mantel sobre todo cuando se sabe desde hace tiempo que se comportan de esa manera y que van por ahí haciendo siempre lo mismo. Y a ver si mañana no nos salta otra al camino y uno puede hablar de fútbol y de música que es mucho más entretenido, Y será señal de que los moscones se espantan a zurriagazos.
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