Mario Conde, ese hombre

Publicado: 27 feb 2011 - 01:00 Actualizado: 10 feb 2014 - 12:48

Mario Conde es un paisano, oriundo de Tui; pero no me atrevería a decir que es “uno de los nuestros”, porque eso suena a película de la mafia, y no es el caso, aunque el señor Conde haya pasado por el talego y allí lograra imponerse, incluso, a uno de los capos arosanos más peligroso. (Así lo relata en su libro “Memorias de un preso”).

Don Mario fue un estudiante aplicado y un joven modélico, vamos que ya de chaval destacaba sobre los demás y se sabía por encima de los otros. Pero desde que uno de sus profesores le dijo que su inteligencia no era humana, sino celestial, comenzó a hablar con Dios, aunque parece que Este, no le daba mucha conversación, por lo que pensó en hacerse comunista leyendo a Sartre, hasta que comprendió que eso del “dolce far niente” del existencialismo no iba con él, que era un espíritu inquieto y un emprendedor con ambiciones

Arrogante y vanidoso, no dudó en declararse a la novia de su amigo, en presencia de éste. Y se la levantó al estilo de Robert Mitchum en “Negocio en vacaciones” Sólo que en el primer caso ocurrió en la idílica Playa América, que también ayuda.

Como lo de ser Abogado del Estado le parecía poco, lo dejó, casi sin llegar a tomar posesión, y se lanzó a el mundo de los negocios, adquiriendo y vendiendo empresas al más puro estilo chamarilero.

Ya convertido en el “rockquefeller” español, se aupó a la presidencia del Banco Banesto, donde rompió con todos los protocolos del banquero clásico, que se distinguía por la discreción. Comenzó a frecuentar amistades del más alto standing, llegando a codearse con la más alta autoridad de la Nación, saliendo en las portadas de las más reputadas revistas del corazón, convirtiéndose en el hijo y el marido preferido de todas las españolas y modelo de la juventud.

Pero el señor Conde iba quemando etapas, escalando puestos y todo le parecía poco. Se sabía llamado para alcanzar la gloria. El puesto de Dios ya estaba ocupado, el de Rey, también. Sólo le quedaba dar el paso hacia la política y llegar a presidente de su país, de momento. Comenzó a tontear con la idea y los políticos profesionales le levantaron las alfombras persas y lo mandaron al trullo, por no sé que “minucia”, que le hubieran tolerado a otro banquero.

Ahora está reinsertándose, y como ya los confesionarios tradicionales están demodé, se dedica a escribir libros sobre sus pecados, que convierte en best seller. O sea que sigue haciendo pasta, que es lo suyo.

Decepcionado de la política, ha creado una “fundación civil”, que es otra forma de influir en la gente, pero más sutil.

Ha invertido en medios de comunicación, a través de los cuales ha lavado su imagen, y ya goza del aprecio del gran público Pronto aquellos que le negaron más de tres veces, cuando su estrella se deslució en la “sombra”, volverán a reanudar su particular peregrinaje a Tui, como fieles arrepentidos. Ojalá, este “ser superior” sepa, esta vez, distinguir el grano de la paja y, además, haga algún milagrito.

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