José Teo Andrés
Muchos los demandantes…
La política entendida como el arte del diálogo, el pacto, el compromiso y el trabajo en equipo ha desaparecido. Ahora priman los liderazgos hiperbólicos sin contestación. Solo basta con echar una mirada a las grandes potencias para comprobar en qué manos estamos.
Pero vayamos a los ejemplos que nos pilla más cerca, en casa. Esta semana se ha hecho público lo que era un secreto a voces en VOX, Ortega Smith ha sido expulsado de la ejecutiva. Del equipo fundador de la formación han salido todos menos el líder máximo, Santiago Abascal. Como dicen los memes de las redes sociales: solo queda él y su caballo.
Otro tanto ha ocurrido en el Partido Socialista. Pedro Sánchez solo confía en las lealtades inquebrantables y, después de contemplar la entrada en prisión de sus más afines, ve cómo se desintegra el Ejecutivo porque los ministros que nunca le han discutido, se van de candidatos a los próximos comicios autonómicos.
Pilar Alegría ya está en Aragón y Maria Jesús Montero intenta frenéticamente que se aprueben unos presupuestos, para marcharse a Andalucía como candidata. Y, por si quedaba alguna duda, Sánchez ha buscado de suplente en Educación a la "enemiga" de García Page, esa voz díscola con mayoría en Castilla la Mancha, que tanto incordia.
Feijoo, de momento, es la excepción en este relato de híper liderazgos. Su equipo es fiel, pero la sombra de Diaz Ayuso le pisa los talones y, si no consigue el poder, la lideresa madrileña le quitará el cargo.
En cuanto a la izquierda del PSOE, es incapaz de ponerse de acuerdo en ningún ámbito y circunscripción, y la prueba de ello son las candidaturas en Aragón, donde cada uno irá con sus siglas hasta la derrota final, ¿Quién se acuerda ya de Pablo Iglesias?
Cuando ejercía el mando férreo en la formación morada también se deshizo de todos los que le podían hacer sombra. Llegó a la vicepresidencia, se aburrió, aspiró a conquistar Madrid y ahora se dedica a sus quehaceres.
Una historia muy similar a la de Albert Rivera, líder indiscutible y omnipresente de Ciudadanos que soñó, porque así se lo decían algunas encuestas, con llegar a la Moncloa y acabó disolviéndose, él y su formación, como un azucarillo. Todo giraba en torno a ellos y así les fue.
La esperanza es que la extrema derecha, que todavía puede crecer en los próximos comicios, siga el camino de los anteriores y Abascal se difumine. Y el riesgo es que Pedro Sánchez deje tan dañadas las siglas del PSOE que también desaparezcan.
Entramos en un 2026 que despejará muchas incógnitas.
Contenido patrocinado
También te puede interesar
Lo último