Fernando Ramos
La manipulación política de la denuncia contra Suárez
Una de las diferencias notables entre el PSOE y el Partido Comunista en su etapa más marcadamente estalinista, antes de que sobreviniera el llamado “eurocomunismo”, radicaba en la posibilidad de discrepancia o debate interno, y que en el caso comunista estaba seriamente condicionado en cuanto a que discrepar de la línea oficial del comité central se calificaba como “trabajo fraccionario”. Recordaba yo esta figura censora cuando se ha difundido la noticia de que la ejecutiva federal del PSOE; es decir para entendernos, Pedro Sánchez, ha abierto un expediente de expulsión contra dos históricos de la formación: Nicolás Redondo y Joaquín Leguina. El motivo es su pretendido apoyo a la candidata a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que se entiende quedó expreso durante una visita de ésta a un centro de equinoterapia durante la campaña del 4-M. El proyecto está dirigido a personas con discapacidad está dirigido por la fundación a la que ambos pertenecen, como presidente y patrono respectivamente, Alma Tecnológica.
En primer lugar, aparte de un acto ordinario de visita a una entidad que realiza una actividad social por parte de la presidenta en funciones de la Comunidad no permite presumir a quien votaron Leguina y Redondo, ya que el voto es secreto. O sea, en todo caso, es una opción personal que escapa al control de los órganos de dirección del PSOE. Pero el asunto viene de atrás, Leguina y Redondo fueron los fundadores del manifiesto “España reúne”, promovido por fundadores de Ciudadanos, exdirigentes del PSOE e intelectuales diversos, quienes, ante las elecciones del 10 de noviembre pidieron un “Pacto de Estado” entre los partidos constitucionales como alternativa al que luego resultó gobierno de coalición entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, a pesar de las garantías previas del primero de que tal posibilidad que, sólo con pensarla, perturbaba su sueño, nunca se alcanzaría. Y como el doctor Sánchez dice: “Siempre cumplo mi palabra, enseñanza que recibí de mis padres”.
¿De qué se acusa en concreto ahora a Leguina y Redondo? ¿Es una falta discrepar y criticar la deriva del secretario general? El artículo 7 de los vigentes estatutos del partido, dice que “todos los afiliados y afiliadas conocerán y respetarán lo establecido en el Código Ético del PSOE, que forma parte integrante de estos Estatutos como Anexo”. Y en ese sentido precisa que: “Los afiliados que vulneren el referido código, los estatutos o las normas reglamentarios del partido, que observe mala conducta cívica o ética, falte al programa o a los acuerdos o resoluciones del Partido, exprese públicamente sus opiniones en términos irresponsables o con deslealtad al Partido o a sus afiliados y afiliadas, cometa actos de indisciplina, injurie o calumnie a alguna persona que pertenezca al partido, o de cualquier otra forma viole las obligaciones que a todos los miembros del Partido imponen los presentes estatutos, será sancionado, previos los trámites reglamentarios” y mediante decisión de los órganos competentes, con medidas que podrán llegar hasta la expulsión en aplicación del régimen disciplinario”
¿En cuál de estos supuestos encaja el comportamiento de Redondo y Leguina? ¿Acaso, conforme a lo que el propio Sánchez adelantaba no se han pronunciado contra un pacto con Podemos? ¿Y el hecho de participar en una entidad de carácter altruista y social y recibir la visita de la presidencia de la comunidad autónoma como responsables de la misma falta a la ética o a los estatutos? ¿Y en cuanto al libro que Leguina publica sobre Sánchez, ¿hay alguna referencia a las palabras y los actos del secretario general del PSOE que no sean ciertos? ¿Es deslealtad al PSOE, como reitera Leguina, pedir que este defienda la Constitución y que se acerque a quienes se supone que lo hacen y no que se aparee con quienes la combaten?
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