Fernando Ramos
La manipulación política de la denuncia contra Suárez
Para el Diccionario de la Real Academia, un caníbal es un animal que ingiere carne de otro de su misma especie aunque en el caso de los seres humanos deriva esa condición al término antropófago al que define como la persona que come carne humana. Resulta muy duro y quizá excesivo incluir al delantero del Liverpool y la selección uruguaya en cualquiera de estos apartados pero no cabe duda de que en el carácter de Luis Suárez asoman unas maneras que recuerdan más de la cuenta al patibulario y exquisito Hannibal Lecter, y esas tendencias bárbaras que el charrúa muestra cada dos por tres no pueden seguir tolerándose por mucho que Suárez sea uno de los futbolistas más apetitosos del panorama mundial y se haya convertido en el oscuro objeto del deseo de los mejores equipos continentales.
Luis Suárez es un jugador explosivo y genial, tan indomable y canchero que no sorprende su triunfo en una competición como la inglesa en la que los hombres de punta dan y reciben en la medida en que deseen sobrevivir a las inclemencias de una larga y exigente temporada. Fornido, veloz e impredecible, tocado como está de ambas rodillas fue sin embargo capaz de recibir una pelota larga, correrla medio campo y empalar un disparo con su pierna buena que no le arrancó la cabeza a John Hart de milagro cuando el meta ingles trató de achicarle el ángulo sin la mínima convicción porque la pelota estaba dentro desde el mismo momento en que la tocó el celeste decapitando de paso las ilusiones británicas.
Pero ese deseo irrefrenable de morder al contrario ha dejado de ser una fea anécdota con la que Luis Suárez trepó a las primeras planas de los diarios deportivos el día en el que lanzó el primer mordisco para convertirse en un motivo más que justo para inhabilitarlo durante años aunque quien salga perdiendo es el fútbol porque el uruguayo es uno de los mejores futbolistas del panorama actual y si las piernas le aguantan tiene aún mucho que decir en el campeonato. Esta vez fue Giorgio Chiellini la víctima, ya van tres, y Suárez debió ser expulsado y debe ser castigado con la mayor dureza.
Pero Uruguay continúa gracias a otro cabezazo de Godín. El capitán charrúa los ha prodigado esta temporada, metió uno en el Camp Nou que vale una Liga, le metió otro al Real Madrid que a poco vale una Champion y acaba de clavarle el tercero a Italia que vale el pase a la siguiente ronda y la dimisión de irrevocable de un técnico estupendo y un hombre sensato y honesto como Cesare Prandelli. Uruguay siempre va de menos a más y ya está clasificada así que en Brasil se aparecen los fantasmas del "maracanazo" aquel que hace más de sesenta años hizo del Alcides Ghiggia un héroe para la eternidad y del meta Barbosa un réprobo escarnecido y maldito que hubo de refugiarse en un ignoto rincón del litoral patrio huyendo de su cruel e injusta desventura. Murió en el silencio, tan sólo querido por una buena mujer que le cuidó en la desgracia y que guarda como oro en paño un grueso taco de madera que pertenece a uno de los postes del viejo Maracaná donde ocurrió la tragedia. Ahora quiere subastarlo para salir adelante.
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