La catedral de Vigo

Los guías turísticos de Vigo coinciden en que la mayoría de los visitantes se fijan en tres aspectos: las cuestas (obvio), el Sireno (otro tanto, por su emplazamiento) y también que no haya una catedral, lo que resulta mucho más sorprendente. En realidad sí que hay, la mal llamada Colegiata, cuyo título oficial es Basílica-Concatedral de Santa María y que ayer celebró fiesta y procesión en honor a la patrona de la ciudad. La catedral se encuentra en Tui, donde estuvo la sede episcopal hasta que en los años cincuenta del pasado siglo la Iglesia se dio cuenta de que la pujanza de Vigo recomendaba un traslado del obispado, manteniendo al lado del Miño el seminario menor y también la categoría de la primera iglesia.

De todas formas es un asunto que probablemente tendrá recorrido en el futuro. El Concello -así lo ha señalado en público el alcalde- apuesta por cambiar el nombre de la plaza situada ante la Basílica, de Praza da Igrexa a Praza da Catedral, que sería un primer paso. No consta que haya precedentes de un obispado con dos catedrales, pero quién sabe. De momento, al nuevo obispo le ha llegado la propuesta de elevar el título de la Colegiata y colocarla al nivel de Tui. Veremos.

A la Iglesia hay que darle las gracias de que tuvo la sensibilidad y el olfato de hacer capital de provincia eclesiástica a Vigo. El Estado se ha limitado a habilitar servicios judiciales y administrativos, que también es un paso, aunque insuficiente. La Xunta dio un salto mucho mayor en ese sentido con la división de Galicia en cinco delegaciones territoriales, donde la viguesa es independiente de Pontevedra… para gran enfado del entonces y hoy alcalde de la Boa Vila, el muy nacionalista Miguel Anxo Fernández Lores, en este asunto más centralista que nadie. El escándalo de la delegación viguesa le valió al PP perder el ayuntamiento de Pontevedra desde entonces -y han pasado ya trece años- sin sumar un solo voto en Vigo. Así es la vida.