Opinión

Comienza la luna de miel

Por lo menos del divorcio. Boris Johnson, Primer Ministro del Reino Unido ha conseguido su ilusión que comenzó has casi dos décadas de marcharse de la Unión Europea. Fue corresponsal del Daily Telegaph, el principal medio de comunicación de la derecha británica en Bruselas durante 17 años. Junto con su colega del partido ultraderecha UKiP, Nigel Farage, consiguieron finalmente ‘asaltar al parlamento británico’ para aprobar un supuesto nuevo acuerdo con la Unión Europea para activar de una vez el artículo 50 y marcharse de Europa. ¡Aleluya! Todos contentos. La libra pegó un tirón, los mercados de valores en alza y los nuevos gurús de la Unión Europea aplaudiendo por fin que hay un acuerdo. ¿Y ahora qué? Pero primero vayamos a las elecciones. 
La campaña de Johnson fue fantástica. Se recorrió toda Inglaterra como el antiguo predicador Billy Graham de los Estados Unidos prometiendo el oro y el moro de un futuro magnifico para el Reino Unido una vez separado del yugo de Bruselas. Mientras, Jeremy Corbyn, aunque no estaba en contra del Brexit, quería un segundo referéndum sin embargo presentó un programa de gobierno neo-Marxista donde aumentaría los impuestos a todo el mundo y volvería a nacionalizar al completo programa de privatización propulsado originalmente durante la época de Mrs. Margaret Thatcher. 
El tiro le salió por la culata. Los militantes piden su dimisión. Y queda en la recamara Escocia. El partido nacionalista escocés ganó por goleada los votos de los escaños en el parlamento y la ‘jefa’ Nicola Sturgeon ya ha solicitado un referéndum inmediato para solicitar la independencia. Johnson aun esta bebiendo el champan y supongo que le dijo: ‘¡Xa che chamare!’ El escollo principal, que era Irlanda también se ha solucionado. Por ahora sigue el libre movimiento de personas y productos en la isla entre Irlanda del Norte y Eire ya que la frontera esta en el mar. Fuera de broma. Es un poco como lo del rio Miño entre España y Portugal. Ahora el futuro. Como dice el titular, el fandango acaba de empezar. Primero es la fecha de salida, el 1º de febrero, ‘hasta luego Lucas.’ Luego el periodo de renegociación de todos los tratados bilaterales que deben finalizar a finales del 2020. Una voz en las tinieblas en Bruselas ya ha dicho que no es posible. ¿Y lo demás? Mi análisis original del Brexit lo había comparado con una medusa. Lo que flota en la superficie es lo bonito pero ahora saldrán a relucir lo que ‘muestran’ los tentáculos, o sea, la letra pequeña y la minúscula. Solo en pensar del fin del ‘libre movimiento’ de personas, tanto del Reino Unido a Europa como los europeos al Reino Unido pone los pelos de punta.
 Por ejemplo, no sé cuántos funcionarios públicos necesitaran los británicos para solucionar millones de distintas situaciones de los 500 millones de seres humanos que quieran viajar por el continente. Por otro lado, los europeos tendrán que adaptarse a las nuevas exigencias de visado para ‘penetrar’ la Gran Bretaña. Se acabó la era de usar solamente el DNI, buscar trabajo, aunque sea de camarero sin tener un contrato fijo y de acuerdo con la profesión del candidato. Estos son las puntas del iceberg que nos esperan, al igual que el Titanic y ya sabemos como acabo el famoso transatlántico. No entro en más detalles porque ocuparía la mitad del conglomerado de Wikipedia, pero solo acabar con un mensaje. Brexit afectara a toda Europa, si por bien o por mal, es demasiado temprano para saber. A disfrutar del momento. En España con un tinto y un pincho de tortilla.

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