Antes del ingreso

La posibilidad de que los del Peugeot dejaran listas unas entrevistas con medios de comunicación ávidos de confidencias antes de tomar el camino de la trena era una situación que debería haber previsto el numeroso equipo estratégico de la Moncloa si bien parece que más de veinte es multitud y como quiera que allí hay más de veinte, no se enteran de nada. Según fuentes aparentemente fiables, el Gobierno cuenta hoy con 1.259 asesores de los cuales 606 están exclusivamente al servicio del presidente. El hecho de que no hayan sido capaces de silenciar los testimonios esparcidos por los periódicos menos partidarios camino de Soto del Real, otorga credibilidad bastante de la vieja sentencia de que muchos a lo mismo estorban más que suman, porque la respuesta tanto del Gobierno como del partido ha sido una zafia negación a coro sin consistencia ni argumentos, en los labios de los de siempre: María José Montero, Pilar Alegría, Óscar López, Félix Bolaños o Patxi López. El único argumento manejado ante la avalancha de acusaciones vertidas por Koldo García significando el definitivo papel asumido por Begoña Gómez en el rescate de Air Europa o las declaraciones de Víctor Ávalos explicando en pormenor el papel que hubo de afrontar su padre en el peliagudo asunto de la viajera Delcy Rodríguez, es que todo es una vil calumnia, que los dicentes son unos sinvergüenzas y que, como siempre, los jueces no tienen nada de nada y se inventan los cargos y las razones para involucrar en esta golfería a un partido honrado y pluscuamperfecto. La cada vez más concreta realidad es que desde que Víctor Aldama salió de presidio, las cosas se han ido complicando progresivamente y esto es, a juzgar por lo que se sospecha, la punta del iceberg.

Dos de los del Peugeot –Cerdán dice que se explicará en su momento- han dejado tres bombas de relojería antes de ingresar. Que Begoña percibió un millón de euros por salvar Air Europa, que Sánchez se reunió con Arnaldo Otegi en un caserío secreto para pactar la moción de censura, y que Delcy, cargada de maletas, con quien quería encontrarse era con Zapatero en Barajas. No está mal.