Infamia en el Sahara (y ya van dos)

Sin Presupuestos del Estado por segundo año consecutivo, sin capacidad para aprobar leyes (salvo la de autoamnistía), obligando a las autonomías a tragarse el borrado catalán por una quita de lo tomas o lo dejas y, por fin este, pasado martes, votando en contra de conceder la nacionalidad española a los saharauis, infame colofón de una legislatura olvidable cuyo objetivo único es el mantenimiento como sea de Doc PS en la Moncloa. 

Estuve en el exSahara español hace muchos años, en una misión organizada por la combativa e incansable asociación gallega de amigos del Sahara, con sede en Vigo, y tuve la oportunidad de viajar acompañando entre otros al hoy presidente de la RAG, Victor Freixanes. Llamaba la atención un par de cosas: una, su decisión de resistir en condiciones insoportables, en lo más profundo del desierto, que no es su tierra, que se encuentra mucho más próxima al mar. Y dos, el amor a España, la madrastra que les dejó tirado dos veces. La primera hace 50 años, cuando Franco estaba en las últimas y el rey de Marruecos aprovechó, con ayuda de Estados Unidos y Francia, para invadir la provincia y quedarse con sus recursos, en una maniobra similar a la de Putin en Ucrania, pero de mayor éxito. La segunda, en esta triste legislatura, cuando Doc PS aceptó la marroquinidad del Sahara, con la oposición del Congreso. Prueba de su soledad fue la votación de esta semana, donde se comenzó a tramitar una ley de nacionalidad en contra del criterio del PSOE, que votó en contra. Que un Gobierno tenga que tragarse una ley aprobada por el Parlamento con su oposición es más que suficiente para disolver y convocar elecciones. Pero tampoco lo hará, y seguirá en Moncloa incluso con los presupuestos de la anterior legislatura. Todo vale.

Hanna Arendt parece que pensaba en Doc PS cuando advirtió que mentir constantemente no tiene como objetivo hacer que la gente crea una mentira, sino garantizar que ya nadie crea en nada.