Los impuestos son para sanidad. Ya, ya…

Publicado: 29 jun 2025 - 01:10

El estado lleva en su propia existencia, en su propia génesis, el ADN de la metástasis. No se conoce un estado capaz de limitarse a sí mismo, dispuesto a renunciar a su crecimiento y al continuo expolio a los ciudadanos. La propia naturaleza del estado le lleva a crecer de manera continua, sin control, interviniendo cada vez más, gastando cada vez más, asfixiando cada vez a sus cautivos habitantes y haciendo todo esto con un grado cada vez mayor de despotismo.

Es un proceso lento, pero inexorable, como un tumor maligno. Apenas nos damos cuenta, pero poco a poco nos van quitando todo. Estamos demasiado ocupados en nuestras cosas, el glamour de la moqueta parlamentaria nos queda muy lejos y creemos que, en realidad, lo que deciden esos advenedizos en sus interminables diatribas políticas no nos afectan gran cosa. Para cuando nos damos cuenta, ya es demasiado tarde.

Para cuando empezamos a detectar que algo no va bien, el tumor es inoperable y se ha extendido por todo el cuerpo. Solo nos queda poner las cosas en orden, despedirnos de los nuestros y que los cuidados paliativos nos permitan sufrir lo menos posible. Es el final. Para cuando nos queremos dar cuenta, ya nos han quitado la separación de poderes, la independencia judicial, la igualdad ante la ley, la libertad de prensa, la propiedad privada y el derecho a disentir. Nos han arrebatado la democracia y no nos hemos enterado. En realidad, no nos hemos querido enterar.

Hemos permitido que todo esto pasara porque nos encanta engañarnos a nosotros mismos. Porque preferimos creer que el estado es ese papaíto que siempre estará ahí para protegernos, para cuidarnos, que para eso pagamos impuestos, ¿verdad? Y los pagamos con gusto porque los impuestos son para sanidad, educación y carreteras. Y así perpetuamos la mentira y seguimos adelante, como buenos ciudadanos, sin cuestionar absolutamente nada para no ser tildado de incívico.

Sin embargo, como yo no tolero que me llame incívico alguien capaz de justificar que el dinero de los españoles se gaste en putas, pues vamos a explicar en qué se emplea realmente la ingente cantidad de dinero que nos quitan cada año a través del IRPF, el IVA, los impuestos a los carburantes, la electricidad, el tabaco, el alcohol y demás florituras de la fauna impositiva.

En primer lugar, ¿saben ustedes qué cuantía se destina a sanidad en España? El 15% del total del gasto público. ¿Y a educación, cuánto gastamos en educación? Aproximadamente el 10% del total. Bueno hombre, pero también hay que construir carreteras e infraestructuras y eso cuesta una pasta. Pues no tanto, ni siquiera llega al 2% del total. Pero falta la policía, los bomberos y todo el ejército que seguro es carísimo. Para nada, todo eso sumado apenas supera el 4%. Es decir, entre sanidad, educación, carreteras, policías, bomberos y ejército suman solo tres euros de cada diez que nos quitan. ¿Dónde se van los otros siete?

La mayor partida de todas es, evidentemente, la correspondiente a las pensiones. Este es un tema tabú, del que no se puede hablar porque es el que está hundiendo el país, pero nos gastamos más del 40% del total del gasto público en pagar pensiones. Y como no alcanza el dinero, el estado vive de endeudarse. Los intereses de la deuda casi suman el 9% del total del gasto público. ¡Gastamos lo mismo en pagar intereses que en educación! Si nuestros gobernantes no fueran tan adictos a gastar lo que no tienen, podríamos invertir el doble en educación o en sanidad. Podríamos tener clases con 12 niños por aula o doblar el número de médicos en nuestro país. Que la sanidad y la educación funcionen mal no es un determinismo histórico. Es el resultado de decisiones políticas nefastas tomadas por políticos a los que les hemos permitido tomarlas. Ni más, ni menos.

Pero es todavía peor, porque contamos con un nivel de paro inasumible para un país occidental. Nuestra legislación y la rigidez de nuestro mercado laboral hace que las prestaciones por desempleo sumen el 5% del total del gasto público y las ayudas sociales casi otro 5%. Comparen estas cifras con el ridículo 1% que dedicamos a justicia. Porque a nadie parece importarle que los juicios se demoren años o que en los juzgados se muevan miles de folios por los pasillos en carritos de supermercado.

No, amigos, no. Los impuestos no se gastan en sanidad, educación y carreteras. De cada cien euros que te quitan, en carreteras no se gastan ni dos. Recuérdalo la próxima vez que alguien te diga que no se pueden bajar los impuestos porque entonces “no habría para carreteras”. Y si se puede usted ciscar en sus antepasados, mejor que mejor. Lo puede poner usted en práctica de manera inminente, pues el tema está de rabiosa actualidad con la subida en gasto militar que nos exige la OTAN. Escucharán por ahí que no podemos asumir ese gasto porque “no habría para carreteras, ni para sanidad”. Y se lo dirán los mismos que se gastan nuestro dinero en putas. El dinero que era para sanidad, educación y carreteras. Si España no existiera, habría que inventarla.

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