Fernando Ramos
La manipulación política de la denuncia contra Suárez
Hace muchos años y cuando apenas podíamos vislumbrar cómo sería el mundo cruzado el umbral del nuevo milenio, solíamos bromear al referirnos a la figura del líder ruso Vladimir Putin, que solía intercambiarse con Dimitri Medvedev alternando los dos cargos principales de la administración de su país, presidente y primer ministro, hasta que canso del alterne, arrinconó a su socio en el dúo y se quedó con toda la tienda. Putin, un sujeto cuajado en el KGB -el servicio de contraespionaje soviético- y empeñado en demostrar al mundo su hombría, nos hacía reír a los habitantes de occidente retratándose cabalgando a caballo medio desnudo, o tratando de acogotar a un oso con la fuerza de sus bíceps. El líder de Rusia fue aceptado al otro lado del mundo al principio como una inocua anécdota porque cada día teníamos sobre la mesa una nueva estampa casi infantil de aquel señor empeñado en demostrarnos a los demás lo fuerte y virilote que era ya comiéndose un salmón crudo a dentelladas, ya jugando un partido de hockey o envuelto en la kimono atizándole con el canto de la mano a un pobre pardillo que se dejaba atizar por el jefe para que el mundo supiera cómo se las gastaba el nuevo líder supremo.
Los occidentales solemos ser muy tolerantes en la lejanía y no otorgarle gran importancia a ciertos hechos que finalmente se manifiestan como dramáticos y ya no tienen remedio. En este caso también ocurrió así y nos mondábamos de risa contemplando a Putin haciendo el payaso a torso descubierto en un bosque con veinte grados bajo cero. Nos reímos hasta que dejamos de reírnos y comprendimos que aquel sujeto que se teñía de caoba el pelo era en realidad un peligro latente para la humanidad, cuestión que, para nuestra desgracia, estamos comprobando ahora que bombardea Ucrania por pura ambición y tiene al mundo al borde de una tercera guerra mundial.
Para acabar de liarla, ahora resulta que, según los comentaristas políticos de medio mundo, este loco megalómano está empeñado en la inmortalidad y tiene asfixiados a sus médicos de cabecera buscando un sistema que le permita perpetuarse en el tiempo. Es lo que nos faltaba y la cosa se pone preocupante y más si acaba manifestando al oído su secreto a sus compañeros de partida de mus en el tapete del mundo, Trump, Netanyahu y Maduro.
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