La gran traición de Doc PS

Entre las muchas cosas que nos va a dejar Doc PS como pesada herencia, más allá del destrozo institucional, la amnistía y la red de corrupción de la que nada sabía pese a estar a medio metro de su despacho, coloco en primer lugar su traición en el Sahara: sin consultar al Parlamento, ni siquiera a sus socios o al resto del Gobierno, decidió de la noche a la mañana romper con la política de Estado seguida desde hace casi 50 años, asumir las tesis marroquíes y regalar lo que no es suyo: la antigua provincia al tirano marroquí, nadie sabe por qué ni a cambio de qué. Ni siquiera el comodín de Ceuta y Melilla funciona. Ayer, un grupo de niños saharauis aterrizaron en Peinador para pasar unos días lejos del campamento de Tinduf, donde malvive la mayoría de la población desde 1976. Estuve hace muchos años y todo resulta deprimente: se trata de una de las zonas más duras y áridas del desierto, una tierra seca en el confín de Argelia, pero lejos de las bombas de Marruecos y su muro de la muerte, poblado de minas (aparece en la aburrida “Sirat”, de Oliver Laxe), levantado para mantener bajo su control dos tercios del territorio, el realmente importante, con la costa y los fosfatos. El otro está en manos del Polisario, que así ha logrado el reconocimiento de la Unión Africana y docenas de países.

España hizo equilibrios durante años para no enemistarse con los dos bandos, tratando de encontrar una solución válida, pero finalmente en otra de las decisiones de Doc PS, capaz de decir una cosa y hacer la contraria, ha colocado a España del bando de Marruecos, despreciando a nuestros antiguos compatriotas. Una traición sobre otra traición. Es suficiente motivo para no volver a votarle jamás. Hay muchos otros, claro.