Gibraltar, de mal en peor

Publicado: 17 nov 2021 - 03:34 Actualizado: 16 nov 2021 - 19:34

En el asunto de Gibraltar vamos de mal en peor. La última novedad es que España renuncia a que sean sus servicios de resguardo aduanero y de frontera los que controlen el tráfico de personas y mercancías a través de nuestro territorio o espacio aéreo con la colonia, que va a estar mucho mejor que dentro de la Unión Europea. Realmente, la colonia no es la roca sino el Campo de Gibraltar. España acepta que sean los funcionarios del Frontex los que realicen una función que le correspondería.

Se cumple lo que anunciaran el premiar de la colonia de Gibraltar, Picardo, y el ministro de Exteriores del Reino Unido, Raab, que dejaron en evidencia a la entonces ministra de Exteriores de España González Laya, en cuanto al papel de nuestro país en el control de las ventajas otorgadas inicialmente a Gibraltar para permanecer en la práctica dentro del espacio de Schengen. Y mientras, del lado español se pretende quitar la verja que marca el límite del espacio usurpado por el Reino Unido al margen del Tratado de Utrecht.

Resulta insólito que, según todas las perspectivas, Gibraltar vaya a disfrutar, debido a las cesiones de España, de una situación todavía más ventajosa que cuando su metrópoli colonial estaba dentro de la UE y del Tratado de Schengen. Según los datos de la propia “Hoja Informativa” del Gobierno de la colonia, hay 32.000 gibraltareños registrados. La población activa es de 29.995 habitantes, la mitad de los cuales cruza la frontera diariamente. 9.726 de los 15.275 viajeros diarios son españoles. Este dato es relevante, ya que sólo el 60 por ciento de los que entran a trabajar a Gibraltar desde la Línea son españoles. O sea, que no son 15.000 nacionales, como se dice para justificar las cesiones de España para su interés.

El hecho de que los gibraltareños con casa en España, donde residen buena parte del año, eludan, mediante diversas triquiñuelas -como el que sus viviendas son propiedad no personal, sino de sociedades que residen en la colonia- el pago de impuestos diversos, entre otros, el de circulación de vehículos, tanto en La Línea como en otros lugares del Campo de Algeciras y otros lugares de las provincias de Cádiz y Málaga principalmente. La expansión de facto de la colonia sobre España mediante adquisiciones de bienes raíces en el entorno de Gibraltar preocupó tanto a la II República que el Gobierno prohibió que los extranjeros pudieran adquirir fincas en dicha zona, medida especialmente orientada hacia los llanitos. Los habitantes de la colonia, se las saben todas para disfrutar de casa en España y eludir el pago de impuestos y tasas ordinarias. Saben manejar perfectamente manejar las lagunas fiscales que los benefician los conceptos equívocos y su reflejo jurídico, en tanto que el régimen fiscal, a la hora de pagar impuestos nada tiene nada que ver con el permiso de residencia para vivir legalmente en el país. Esto significa que puedes haber o no haber obtenido un permiso de residencia formal. Es considerado un residente fiscal quien viva en España más de 183 días por año y como los días no tienen que ser consecutivos para que cuenten como efectivos, los llanitos lo tienen fácil.

José Luis Rodríguez Zapatero rompió en consenso de siglos sobre Gibraltar cuando, con Miguel Ángel Moratinos, ministro de Exteriores, aceptó en 2006 a Gibraltar en las negociaciones como parte separada de la delegación británica en el llamado foro tripartito establecido por el acuerdo de Córdoba lo que debilitó la posición histórica española, que sostuvieron los gobiernos de todos los colores habidos en nuestra historia. La posición de España en quedó muy perjudicada por las cesiones del Gobierno del PSOE, que ya en tiempos de González abrió la verja, cerrada desde 1969 por Castiella, sin contraprestación alguna. Conviene recordar que el Tratado de Utrecht dice expresamente que la roca no tendrá comunicación por tierra con el territorio circunvecino.

Sin la menor contraprestación, Zapatero y Moratinos reconocieron al gobierno de la colonia estatus jurídico propio, hasta entonces representado por Inglaterra; es decir lo reconocieron de iure y facto. Fue simplemente una traición. En Gibraltar funcionan más 80.000 sociedades y la Roca controla el juego on-line para que son vitales las líneas telefónicas que llegan desde España. La magnitud del tejido empresarial gibraltareño y el hecho de que numerosas investigaciones patrimoniales sobre redes de delincuencia en España acaben topando con el Peñón sitúa a la colonia permanentemente bajo sospecha. Sigue siendo, sin duda, un paraíso fiscal.

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