Gerontocracia

Ver a dos de los principales mandatarios del mundo, el chino Xi Jingping y el ruso Vladimir Putin, hablar de la posibilidad de vivir hasta los 150 años, o más aún alcanzar la inmortalidad es para morirse de miedo. Ambos son dos autócratas alérgicos a los procedimientos democráticos y lo que subyace en su deseo de poder alargar su vida mediante trasplantes de órganos y otros procedimientos médicos es que pretenden mantenerse en sus puestos sin dar ninguna oportunidad para el relevo generacional. Que Putin y Xi Jingping vivan 150 años pues allá ellos, pero se puede tener un riñón joven y un cerebro en el que las neuronas han disminuido de forma vertiginosa porque el trasplante de cerebro solamente se ha dado en "El jovencito Frankenstein" y a medida que las neuronas se pierden se pierde también la razón y lo mismo se puede apretar el botón de inauguración de una central eléctrica que el que dispara un misil estratégico que puede desencadenar la destrucción mutua asegurada. Los presidentes ruso y chino pretenden dar carta de naturaleza a la gerontocracia, pero en su caso su poder no responde a que sean los más sabios del lugar, sino que son los que tienen menos escrúpulos morales.