Mucha gente buena…

Publicado: 13 dic 2025 - 00:15

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Opinión. | Atlántico

Mucha gente buena y sensata, humilde y trabajadora, que hace todos los días los deberes, se rasca el bolsillo para ir al super, adora a su familia y se siente a su vez amado por ella, se pregunta a estas horas qué diablos es la SEPI. Es normal que se lo pregunte porque se trata de uno de esos institutos de titularidad pública que nadie sabe con exactitud para lo que valen, aunque su inclusión en todas las portadas de todos los periódicos del país ha conseguido que los de a pie nos encontremos de buenas a primeras con unas siglas desconocidas y sin aparente presencia que sin embargo deben tener una importancia sublime en este campo encharcado en el que se ha convertido la jornada diaria de un país llamado España.

Pues bien, estas siglas que ahora afloran con solo dar un paso, significan Sociedad Estatal de Participaciones Industriales y a primera vista parece un santuario que protege, acoge y permite, un bastión desde el que se pueden hacer muchas y muy rentables operaciones de mete y saca. La SEPI, según la SEPI “es una sociedad cuya misión consiste en rentabilizar sus participaciones empresariales y orientar todas sus actuaciones atendiendo al interés público”, lo cual, bien visto, es no decir nada. O sí, porque deletreando esta peregrina definición, uno intuye que es un instrumento por el que el sector público se permite participar en el sector privado. Si la utilización que se hace de este extraño instrumento es honesta y rigurosa, cabe la posibilidad de que respalde y abra el camino a empresas que necesitan amparo. Pero si el SEPI vale por poner un ejemplo para tratar de infiltrarse en el grupo PRISA y hacerse desde la atalaya del Gobierno con una mayoría suficiente para acaparar el mando, la cosa adquiere visos más alarmantes. Y si hace unos días, el ex presidente de la sociedad, un personaje largamente vinculado a María Jesús Montero llamado Vicente Fernández Guerrero ha sido detenido, sobran palabras. Fernández siguió gestionando la sociedad incluso una vez cesado cubriendo un vacío que no se quiso llenar y luego se fue a Servinabar con Cerdán. La sospecha de que el famoso SEPI tiene más aplicaciones que las que debe tener por principio estatutario se manifiestan, y las gentes que no sabían mucho del SEPI antes de esta nueva resurrección de la máquina del fango siguen sin saberlo.

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