Las gallinas y el zorro
Incluso para los que no tienen apego alguno a la actualidad política, el hecho de que los seguidores del radicalismo nacionalista vasco cuyo pasado se pierde en las cisternas de la infamia y en ocasiones está teñido de sangre, sean los designados para establecer los protocolos por los que se conducirán las fuerzas de policía en España debe ser un poco forzado de aceptar. Las condiciones que impone Bildu para los nuevos códigos que regirán el comportamiento y medios de los cuerpos de seguridad parecen diseñadas para mandarlos a ejercer su labor en precario. Calculo lo que debe ser para sus estructuras, sus instituciones y su personal. Según cifras que varían según las fuentes consultadas, a día de hoy hay 156.433 agentes sumando las plantillas de la Guardia Civil y la Policía Nacional, de los que 81.955 corresponden a la primera institución y 74.478 a la segunda. Son un buen puñado de descontentos, desorientados y defraudados profesionales a los que los sucesivos responsables de cuidarlos no se han destacado precisamente por su celo en cumplir este cometido. Pero que ahora deben encontrarse todavía peor. Están en manos de un presidente del Gobierno que es un mentiroso compulsivo y que los ha vendido sin la menor consideración, de un ministro que no solo les niega medios para llevar a cabo su difícil tarea sino que no los ha defendido ni se ha colocado en cabeza de sus justas y necesarias reivindicaciones, y de directores de cada uno de los cuerpos que cambian cada dos por tres y que permanecen en el cargo para cumplir designios políticos y plegarse a las órdenes que vienen de arriba. Hace tiempo que los cargos correspondientes están ocupados por personal civil. Lejos de representar una garantía, lo que ha demostrado sus sucesivas designaciones es que no se premia en ellos la gestión sino la fidelidad. Un desastre.
Pedro Sánchez trazó en su día un conjunto de líneas rojas que naturalmente acaba de borrar sin que le tiemble la mano. Una mentira tras otra, una posición que varía de hora en hora, y una nueva dejación que en este caso adquiere apariencia de chiste macabro. Si Bildu es el partido encargado de determinar las condiciones en las que va a actuar a partir de ahora la Guardia Civil, es como abrir la puerta del gallinero a una manada de zorros. No es que ya extrañe, porque ya nada extraña. Sino porque el asunto es muy grave.
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