Opinión

Descarbonizar y electrificar el parque automovilístico español: pros y contras

El Parlamento Europeo acaba de aprobar la medida que prohíbe la venta de vehículos diésel, híbridos o gasolina a partir de 2035, además de avalar el gran objetivo de reducir para 2030 las emisiones de CO2 a la mitad, en turismos y furgonetas nuevas. A partir de 2035, todos los vehículos que se comercialicen serán eléctricos (etiqueta azul, 0 emisiones) o de hidrógeno, no se permitirá la venta y comercialización de vehículo de combustión. La meta para el año 2050 es conseguir la neutralidad climática, en ese momento dejarán de existir y circular por las carreteras europeas los vehículos de gasoil y de gasolina. Solamente podrán circular aquellos vehículos que tengan etiqueta azul 0 emisiones. La legislación aprobada recientemente, a expensas del visto bueno del Consejo Europeo, establece objetivos intermedios de reducción de emisiones del 55% para automóviles en el 2030 respecto a niveles del 2021. A partir de 2023, los vehículos con etiqueta A, B o C (son más del 30% de los que circulan actualmente por las carreteras españolas) tendrán restringida la circulación, no podrán circular por las zonas de bajas emisiones en las ciudades con más de 50.000 habitantes (lo que afectará a 149 municipios españoles).
Según los datos facilitados por ANFAC-Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones, la media del parque automovilístico español está en 13,5 años, mientras que en Galicia está en 14,9 años. Dos de cada tres coches que circulan por las carreteras españolas, tienen más de 10 años y están propulsados por un motor diésel o de gasolina. En España, tenemos un parque automovilístico muy envejecido y contaminante, que es preciso renovar. Si bien comparto plenamente las directrices de la UE en la lucha contra el cambio climático y la ruta a seguir: descarbonizar, reducir drásticamente la emisión de GEI, reducir la huella de carbono, acelerar la transición energética, impulsar las energías renovables, apostar por la movilidad eléctrica, etc.); no es menos cierto que queda mucho camino por recorrer y tengo muchas dudas de que España cumpla con los plazos previstos por la UE. Las petroleras y gasistas están obstaculizando la transición, el gobierno no está haciendo los deberes y la población no está concienzada, de ahí que España esté en el vagón de cola de Europa. 
Desde mi experiencia personal como conductor de un vehículo eléctrico (ID3 Pro con bomba de calor y 425 km de autonomía), acabo de viajar de Santiago de Compostela a Madrid y he tenido que planificar el viaje con dos paradas, una en Xinzo de Limia (Tesla) y otra en Villalpando (Zunder), ya que la red de puntos de recarga es escasa, tienes que ir con unas cuantas tarjetas o aplicaciones en el móvil de distintas compañías, que con anterioridad deberás comprobar que funcionan correctamente, para poder recargar en las electrolineras. En Portugal, con la misma tarjeta o aplicación puedes utilizar cualquier punto de recarga, independientemente de la empresa que gestione la electrolinera, como debe ser. Los precios de los vehículos eléctricos no están al alcance de la gran mayoría de los bolsillos, buena prueba de ello es que en España no se alcanzan los 200.000 vehículos eléctricos matriculados en el período 2013-2023. Las ayudas del gobierno son escasas, la tramitación es laboriosa y se tarda más de un año en recibir la ayuda y no todo el mundo puede adelantar el dinero; la autonomía de los vehículos eléctricos es insuficiente para viajes largos, la red de puntos de carga en España deja mucho que desear; razones todas ellas más que suficientes para que los conductores no acaben de decantarse en adquirir un vehículo eléctrico. O cambian mucho las cosas, o con el escenario actual, no acabo de imaginar un parque automovilístico totalmente electrificado en España para el 2050. ¡Ojalá me equivoque!

(*) Científico, académico, experto en salud 
ambiental y salud pública.

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