Francia lejana y sola

Publicado: 22 oct 2025 - 01:10

Como de algo había que echar mano para desviar la atención del país hacia un debate que arrinconara en una esquina del salón en el ángulo oscuro como el del arpa de Bécquer, las veleidades de Ábalos, Cerdán y el resto de los allegados y pusiera los ojos y oídos del sufrido contribuyente en otros sitios, se acaba de desenterrar el viejo debate del cambio horario de verano que, ante el asombro de los países que nos acompañan en las instituciones europea, ha planteado España por sorpresa y, teniendo en cuenta las agudas características de la propuesta, los ha cogido a todos los demás con los rulos puestos. Del cambio de hora según cuentan las crónicas, tiene la culpa la I Guerra Mundial, cuando el gobierno alemán decidió prolongar el tiempo de sol aprovechando el estío para ahorrar consumo de carbón y destinar el excedente para uso de su ejército en los campos de batalla. España también implantó la nueva directriz para ahorrar carbón. La guerra de Europa, en la que nuestro país no participó por cierto, influyó sin embargo en la mengua de reservas de carbón y en 1914 el Gobierno del coruñés Eduardo Dato decretó el cambio de horario iniciado por el I Reich e implantó esta medida que el gobierno de Sánchez un siglo y pico después desea eliminar apelando a un protocolo de objeciones y razonamientos que suenan a película de los hermanos Marx –ya saben, “la parte contratante de la primera parte, etc.”- cuando muchas naciones de la Unión han mostrado su desinterés por este asunto que suena a lo que suena.

España es, en efecto, el país europeo con más horas de sol al año, unas 2.500 de media entre las 1.600 de Galicia y las 2.800 de Mallorca, y no hay más que pasearse tan guapamente por Málaga para comprender por qué medio Reino Unido ahorra durante toda su vida para jubilarse a la orilla del Mediterráneo costasoleño. Sin embargo, los expertos afirman que la posibilidad de un ahorro sustancial que consolidaba la opción de horarios diferentes entre el verano y el invierno, ha perdido por completo su decisiva importancia de antaño desde que las nuevas tecnologías han impuesto para iluminación las bombillas de bajo consumo que han equilibrado la factura. El debate, sin embargo, ya está planteado que es de lo que se trata.

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