Fernando Ramos
La manipulación política de la denuncia contra Suárez
Siempre es un placer hablar con César Portela, el arquitecto, por lo mucho que sabe, por su larga experiencia y por lo amenidad con que lo cuenta. Y su modestia, que no es impostada sino sincera. Y además, por su impacto. En el caso de Vigo, grandes actuaciones públicas llevan su firma, como el Museo del Mar -en colaboración con Aldo Rossi, premio Pritzker- y el Auditorio de Beiramar. De estas dos obras se muestra orgulloso y las coloca entre lo mejor que ha hecho. También reconoce que le supusieron enormes quebraderos de cabeza. El museo, porque la Xunta llegó a un punto en que no sabía qué hacer con el edificio y César Portela acabó terminándolo gracias a la intervención de Zona Franca, aunque el problema era/es el contenido. Y en el palacio de congresos, porque los costes se fueron por las nubes y hubo que meter tijera para poder terminarlo. Hoy en día son dos edificaciones públicas conocidas y utilizadas, que es lo mejor que se puede decir. Pero Portela también ha colocado su impronta en la casa del consejo del Puerto, la ampliación de Peinador, la reforma de Fraga (por concluir) e incluso en el Verbum, un edificio interesante, pero vacío por cuestiones que no le atañen, aunque reconoció que le preocupaba que sus construcciones pudieran resultar inútiles por falta de uso.
Aunque pontevedrés de origen y por vocación, también ejerce como templado viguista, apreciando y mucho su trabajo en esta ciudad, que quiere de verdad. César Portela ha colocado su nombre al lado de otros arquitectos que hicieron de Vigo lo que es, como Palacios o Pacewicz, entre otras grandes firmas.
Contenido patrocinado
También te puede interesar