José Teo Andrés
La fría estadística
El “federalismo asimétrico” que en su día pactaron Zapatero y Maragall que Sánchez ha hecho suyo exige modificaciones en profundidad de la Constitución. Los tratadistas explican que esa forma de federalismo entre desiguales ha de fundamentarse sobre lo que se llama “ius singulare”. Es decir, que un partido que se dice socialista sea el protector de aplicar a los vecinos de un determinado lugar del Estado un fuero especial, porque nacieron o viven allí es toda una incongruencia. Ius singulare (ley singular) era en la antigua Roma una ley especial para ciertos grupos de personas, cosas o relaciones jurídicas debido a que es una excepción a los principios generales del ordenamiento jurídico. Esto es lo contrario del ius comune, el derecho común, que se supone es el que debe prevalecer en una sociedad democrática y moderna. ¿Y qué pasa si el PSOE no tuviera con sus aliados y consocios mayoría para reformar la Constitución? ¿Serán capaces de intentarlo por otra vía?
El nombramiento de Miguel Iceta como ministro de Organización Territorial y Función Pública merece diversos análisis y lecturas. La primera es que no deja de ser un premio de consolación tras apearlo de su vieja pretensión de ser candidato a presidente de la Generalitat, si bien su mayor frustración reciente fue el fracaso para colocarlo al frente del Senado, donde Sánchez pretendió ubicarlo en su día. No deja de ser una curiosa paradoja que llegue al Gobierno otra persona que lleva 35 años saltando de uno a otro cargo público proporcionado por su partido que se dice de los trabajadores, siendo como es un político sin estudios ni oficio, que no ha vivido de otra cosa en la vida (pues no acabo ninguna de las dos carreras que empezó en su juventud) ni ha tenido otro oficio u ocupación. La biografía de Iceta casa mal con la famosa frase del fundador del PSOE, Pablo Iglesias, quien recordaba a los suyos que la adhesión de las gentes se logra con “ejemplaridad” o el famoso aserto de Sandro Pertini, quien dijo “Il primo dovere di un socialista è quello di lavorare e dare l´esempio” (“El primer deber de un socialista es trabajar y dar el ejemplo").
Pero lo realmente importante en este caso no es la biografía de Iceta, sino las ideas con las que llega a un ministerio clave para la configuración del Estado, dadas las tensiones que vive su comunidad de origen con el resto del país, y otros casos que afectan a la pervivencia del propio Estado y la nación española. Ya en 2017, y antes de que incluso hubiera sentencia condenatoria contra los procesados por el “procés”, Iceta se declaró partidario del indulto, ha mantenido una postura nada equívoca sobre le pretendido referéndum y en el mismo sentido ha apoyado la declaración de Cataluña como nación, ahora explicitado sin equívocos por su sucesor Illa como candidato a la presidencia de la Generalitat.
Por eso, y por su vieja sintonía con su mentor Maragall, se da por hecho que será una pieza esencial en la pretendida pretensión que ahora patrocina el PSOE de Pedro Sánchez de reconformar el Estado como una Federación asimétrica. Claro que si uno confronta esta intención con la propia Declaración de Granada de 2013, donde se insiste en la solidaridad interregional y la seguridad de que los ciudadanos gocen de los mismos derechos “vivan donde vivan”, no parece casar con el hecho de que la vecindad civil suponga “de iure y de facto” desigualdades. Pero lo que nos interesa ahora, es que al frente de un ministerio esencial se coloca a un continuador de la idea del “federalismo asimétrico” que defendía Maragall y que esta cuestión va a ser uno de los ejes de la futura política de Pedro Sánchez para eso que se llama “el encaje de Cataluña en España”. El propio Illa lo dejó claro: “Más competencias, más dinero y el reconocimiento de Cataluña como nación”.
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