La erosión institucional

Publicado: 01 nov 2025 - 05:00

El descomunal lío político que degrada y contamina todo lo que toca, no solo ha infestado el Congreso de los Diputados convertido en un mercado argelino de los de los de los tiempos de Cervantes, o el Tribunal Constitución, abocado a ser una atracción de feria, sino que el miércoles hizo lo propio con el Senado que parecía más una trifulca arrabalera que una institución a la que los representantes políticos con el presidente a la cabeza deben cuidar y ennoblecer en lugar de instalar allí una grillera. La comparecencia de Sánchez en el Senado estaba abocada a la insignificancia principalmente porque el presidente asistió sabiendo que por mucho que la oposición tiroteara, el daño iba a ser mínimo con solo cerrar la boca, responder con evasivas y ponerse gratuitamente chulo porque el Senado, aunque quiera, no puede llegar a más. Los jueces sí pueden.

Por otra parte, y del otro lado de la trinchera, la calidad parlamentaria, el rigor y el talento tampoco sobran y los senadores opositores participantes en el tiroteo dispararon con la misma puntería con la que dispararía un mono con dos pistolas, de modo que la sesión fue, como está ocurriendo con notoria frecuencia, un ejercicio inútil del que el presidente salió exactamente igual de lo que había entrado. A Sánchez le importan un pito las instituciones, está atrincherado en su condición de resistente, y peor de lo que ya está no va a estar por mucho que lo acosen en el Senado en el Congreso o en donde sea necesario estar porque no hay más remedio. Ya no va a más sitios de los que estrictamente le pide el protocolo y procura dejarse ver lo menos posible porque si bien el Senado no le afecta en absoluto, el desamor en la calle sí le pone mucho más nervioso.

El marco institucional está gravemente lesionado por el mal uso que de él se ha hecho especialmente en esta última legislatura tóxica. Ninguna de sus muchas plazas se ha librado del mal uso, del abuso, de la falta de respeto, de su tergiversación y de la malintencionada utilización de sus facultades que han degradado todo un abanico de lugares sagrados desde las Cámaras, al Constitucional y del Centro de Investigaciones Sociológicas a la Televisión pública. Y eso no se arregla de la noche a la mañana.

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