El caso Albania

Publicado: 25 jun 2024 - 05:27

Albania fue, hasta principios de la década de los noventa del pasado siglo, el ejemplo recalcitrante y explícito de régimen comunista en su expresión más inflexible. Su líder, un dictador a la vieja usanza llamado Enver Hoxha que se había forjado intelectualmente en Francia y se había curtido en la guerra como partisano, fundó el Partido Comunista albanés, abrazó una entente natural con los soviéticos, y se consolidó como el férreo caudillo de un país diminuto al que aisló por completo del exterior y sumió en la más completa oscuridad durante cuarenta años. Cuando murió en 1985, su sucesor fue abriendo la mano, lo que permitió que riadas de albaneses abandonaran el país a la búsqueda de horizontes más libres y democráticos. Hoy, Albania tiene tres millones y medio de habitantes residiendo en su territorio y casi el triple habitando fuera de él. De hecho, la selección del país es un reflejo perfecto de esta situación tan sugerente como paradójica. Solo seis de los veintiséis futbolistas que componen su equipo de Eurocopa han nacido en el país, y la Federación Albanesa de Fútbol es famosa por haber montado un sistema de rastreo con ayuda del Big Data capaz de detectar cualquier ancestro albanés entre los federados en las diez ligas más importantes del mundo. Ivan Balliu por ejemplo, lateral del Rayo Vallecano y componente de esta plantilla, no sabía que tenía un abuelo albanés hasta que lo llamaron desde Tirana para invitarlo. Catalán de nacimiento e hijo del alcalde indepe de un pueblo de Girona llamado Caldas de Malavella, no sabe una palabra del idioma patrio aunque jura que lo aprenderá, y ha prometido que este verano veraneará con su familia en la costa albanesa que, por otra parte, se está poniendo al parecer de moda. Cosas del fútbol.

Teniendo en cuenta que su estrella es inglés y hay en el equipo varios alemanes, portugueses e italianos, uno se pregunta si esto es serio y si no sería más razonable legislar con sensatez y equilibrio un campo que no está suficientemente legislado y permite situaciones como la presente que se acerca sin más y peligrosamente a la caricatura. Y eso que a mí los albaneses me resultan muy simpáticos. Me recuerdan a Omar Shariff en una película desternillante en la que hacía como un maestro, su único papel cómico. Un albanés trapichero. Se la recomiendo.

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