Fernando Ramos
La manipulación política de la denuncia contra Suárez
El BNG de Lugo ha utilizado a un vigués y un gallego ejemplar, al profesor Xesús Alonso Montero (Vigo, 1928), para abochornar al país en su conjunto. Se trataba de votar en el pleno municipal de la capital lucense el nombramiento del emérito profesor de Lengua y Literatura, también del instituto de aquella ciudad, como hijo adoptivo. PSOE y PP lo hicieron a favor; el Bloque, en contra.
Viene de antiguo la animadversión de los nacionalistas hacia la figura íntegra, comprometida con las libertades y la cultura de Galicia, de Xesús Alonso Montero. El Bloque tiende a considerarse detentador del monopolio de Rosalía, de Castelao y del idioma. Ellos establecen el canon de la cultura hecha en el país, y también de todo lo demás, lo que debe ser silenciado o condenado. Utilizan este patrimonio de todos, para dividir, para enfrentar y, en última instancia, excluirnos de cualquier atisbo de cultura española y hasta universal, por muy respetuosas y potenciadoras que estas sean de la rica e imprescindible diversidad.
El profesor Xesús Alonso Montero, 96 años ya, tiene tras de sí una larguísima hoja de servicios a Galicia, así en la recuperación de sus derechos, como en la investigación y divulgación de sus mejores creadores. Sus conferencias son enciclopédicas revisiones, siempre amables, de nuestros principales autores. Sus libros, encomiables trabajos que iluminan aspectos poco conocidos de nuestra cultura. Su bonhomía, un ejemplo de curiosidad, cercanía y comprensión del diferente. En definitiva, la contrafigura de todo lo que todavía representa el Bloque, por mucho tiempo que pase y se anuncien tan retóricas como repetidas proclamas de apertura a la realidad compleja y diversa del país.
Con el profesor Alonso Montero he coincidido, tantos años ya, en la Alameda viguesa durante la lectura de urgentes manifiestos públicos; en la común compañía de Amancio Prada, en Urueña o en Tui, siempre alrededor de Rosalía, ese faro que ilumina tantos aspectos de nuestra sensibilidad y cultura actuales; en conferencias en Compostela o, por última vez hasta ahora, en la Limia ourensana, glosando la figura del poeta secreto, Antón Tovar.
Xesús Alonso Montero, no solo merece ser el nuevo brillante hijo adoptivo de Lugo, eso que gana la antigua Lucus Augusti, sino el imprescindible, querido y respetado referente intelectual y cívico de toda Galicia. Sirvan estas líneas de modesto desagravio ante la mezquindad y el sectarismo de unos pocos.
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