Fernando Ramos
La manipulación política de la denuncia contra Suárez
Oí al cuco la mañana del 28 de marzo. Lo esperaba desde días antes. No se prodigó demasiado en sus cantos esa primera vez. Pareció saludar, simplemente, anunciando su llegada y después de la larga migración. Al día siguiente y hasta ahora, ha tomado definitiva posesión del territorio. Todo parece encontrarse a su gusto y salvo para las pobres especies que él parasita, nosotros también recibimos su presencia en el bosque con la alegría que trae siempre su canto, afirmando el inicio de la primavera.
Los poetas le han tenido siempre en consideración. Celso Emilio lo tuvo presente y Álvaro Cunqueiro le dedicó muchas páginas. Tantas, que tuvo ocasión de contarnos sus mutuos saludos, allí donde se encontraran, y dejar precisa memoria del que habitaba el melancólico y desaparecido Bosque de Silva, allí en Mondoñedo. En la casa de Cunqueiro ha quedado, junto a la ventana desde la que el fabulador fabuloso prendía su atención del grave canto bisilábico, han tenido el detalle de dejar una grabación para que quienes prendemos nuestra sensibilidad en estas cosas, agradezcamos el poder vivirlas. Es el cuco del Bosque de Silva.
En las guías que explican las costumbres de los cucos, no encuentro lo que busco respecto de las zonas que más les gustan para sus reclamos amorosos. En toda la cornisa cantábrica los he oído en las vertientes húmedas y de sombra que miran al mar, lejos de los hombres. En la aldea que ahora habito, los oigo a uno y otro lado del Arnoia, es decir, de frente al norte o bien, enamorados al sol del mediodía e indiferentes a nuestra presencia.
Donde el cuco ha alcanzado una simbiosis perfecta, es en compañía de algunas especies fluviales. En particular las lampreas. Entre marzo y abril, lo decía Celso Emilio, el cuco anuncia la sazón de aquellas. En cuestiones de pesca se debe ser prudente con las apreciaciones de los profesionales. Estos se quejan de las pocas capturas tanto cuando los ríos llevan poca agua como cuando bajan cumplidos. Lo cierto es que el cuco saludará a los ejemplares que caigan en los viturones de los pescos. He tomado las lampreas cucadas en el Ulla, en el memorable timbal hecho con masa de pan, a la bordelesa y con sus finas hierbas, y en el Miño de As Neves o Tui, seca, rellena o en la cazuela de barro y con arroz blanco. Un plato que es un emblema.
Cunqueiro hacía parar el coche al atravesar algún bosque. Escuchaba atento y cuando oía al cuco, lo llamaba por su nombre, “¡Martín!”, y se estaban un rato en íntimo diálogo. Es el tiempo para hacerlo.
Contenido patrocinado
También te puede interesar
Lo último