Coreografía de Trump

Publicado: 03 oct 2025 - 00:16

No hay político sin plan, y el del presidente estadounidense apunta ser digno de ganar el Premio Nobel de la Paz. En una comparecencia conjunta con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, vienen de confirmar que la paz en Medio Oriente pasa por la hoja de ruta de los 21 puntos articulados en una Junta de Paz Internacional, presidida por el ego de Trump.

El presidente de EE.UU pone en marcha su carrera más ambiciosa desde que regresó a la Casa Blanca e igual que la última voluntad de Alfred Nobel, inventor de la dinamita e industrial sueco fue la creación de estos galardones Trump quiere llevarse el de la fraternidad internacional. Su propuesta para estabilizar Medio Oriente, ha sido presentada como la solución definitiva al conflicto gazatí. Sin embargo, el camino hacia el Nobel incluye los plantones diplomáticos que podrían convertirse en el talón de Aquiles del proyecto. Aunque la propuesta ha sido recibida con optimismo por varios actores regionales y la Comisión Europea, su éxito depende de la aceptación de Hamás, que sabe de la destrucción total si dice no.

Trump, sin embargo, se muestra confiado y sabe que el Nobel no solo se gana con resultados, sino también con relato, y hasta Sánchez y Feijoo están unidos en este plan de paz. La estrategia Trump parece orientada a construir una narrativa de pacificador global, a pesar de que los resultados estén en camino de verse. Pero si los plantones se acumulan, el relato podría volverse en su contra y pasar de arquitecto de la paz a promotor de un plan fallido, y ya tiene de historial a Putin. Trump propone la participación de líderes internacionales, -con Blair en la parte de los negocios-, para supervisar un alto el fuego, liberar rehenes, y establecer un gobierno de transición en Gaza sin presencia de Hamás. Netanyahu ha respaldado el plan y formalizado la nominación de Trump al Nobel, pero el éxito depende de una coreografía diplomática que podría desmoronarse si algunos actores deciden ausentarse.

La propuesta, presentada desde la Casa Blanca, contempla riesgo de ausencias con Hamás que sabe que el plan no reconoce el estado palestino; aunque recoge que podrían darse las condiciones. Es borroso ese aspecto, pero, desde luego, se entiende que Hamás no gobernaría Gaza. Su rechazo sería un golpe directo al corazón de la Junta de Paz. La Autoridad Nacional Palestina (ANP) puede negarse a colaborar si considera reforzada la imagen de Trump sin garantizar una solución justa para los palestinos. Y respecto a los líderes europeos decir que algunos gobiernos podrían abstenerse de participar en una Junta presidida por Trump, especialmente si perciben el plan como desequilibrado o electoralista. Y las naciones árabes son claves. Jordania o Egipto podrían condicionar su apoyo a garantías concretas sobre el futuro Estado palestino.

Algunos pensamientos sugieren que Trump no necesita que el plan se implemente por completo, sino que se perciba como viable. La sola nominación al Nobel ya le permite posicionarse como líder global, y cualquier avance, por mínimo que sea, puede ser amplificado como un triunfo. La Junta de Paz está en marcha y también el reloj diplomático. Si los actores claves le dan plantón, el plan podría quedarse sin escenario y Trump sin Nobel; aunque si algo ha demostrado, es que sabe convertir cada revés en parte de su espectáculo político. Y el rechazo al plan servirá a Netanyahu para hacer lo suyo.

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