Conducir en libertad

Publicado: 22 feb 2025 - 05:30 Actualizado: 22 feb 2025 - 18:31

He salido a disfrutar de un paseo en coche, ahora que todavía se puede. Las políticas climáticas nos han hecho creer que el medio ambiente es el objetivo de la persecución a los conductores, pero la realidad es que las infracciones relacionadas con el coche, ya sean medioambientales o de conducción, engrosan a diario las arcas del Estado y eso es lo fundamental.

Aclaremos de una vez por todas que la reducción de accidentes es un loable objetivo oficial, el único que pueden esgrimir en el telediario, pero lo cierto es que la mayoría de las multas que te ganas estando al volante, en ciudad y en carretera, no tienen mucho que ver con el riesgo de impacto, sino más bien con la indefensión del ciudadano ante el expolio gubernamental en todos los órdenes posibles.

Con todo, lo peor está por llegar. En Reino Unido han comenzado a instalar radares con IA que realizan un análisis tan completo de cada vehículo que hasta se atreven a suponer presumibles infracciones. Esas cámaras podrían tener capacidad hasta para desvelar tu marca de ropa interior, pero aún no han encontrado la forma de multarte por el mal gusto. ¿Privacidad? Cero.

Estos tratos reconocen patrones mediante aprendizaje automático para detectar si te saltas un semáforo, o si has excedido límites de velocidad, si estás al móvil, o incluso utilizan cámaras térmicas para comprobar el número de ocupantes del vehículo. El sistema procesa las multas y las envía a un centro de datos donde, de momento, son revisadas por un humano antes de que te llegue “la lista de la compra” de sanciones variadas a casa. Dale un par de años y también detectará si tu expresión facial oculta la idea de cometer en el futuro inmediato alguna infracción, o si la temperatura de la suela del zapato desvela que has estado pisándole demasiado un par de kilómetros atrás. Todo se multará. Hay que pagar el despilfarro público.

Si nuestros políticos quisieran hacer algo útil, esta tecnología de IA debería utilizarse para agilizar el tráfico, o prevenir accidentes procesando información en tiempo real. De hecho, cámaras inteligentes podrían predecir atascos en función del comportamiento de los coches, o regular mejor los semáforos según el flujo de peatones. No lo harán. Eso no recauda. Y, además, eso podría dejar sin trabajo a unos cuantos agentes y los sindicatos prenderían fuego al ayuntamiento.

En Cataluña han comenzado a probar los radares con IA. La buena noticia es que al menos uno de ellos está dedicado a monitorizar el cruce de animales en la vía y alertar a los conductores a través de señales luminosas. Algo así vendría de maravilla en Galicia. La mala noticia es que también los están utilizando para multarte, si la IA considera que no llevas el cinturón o que estás al móvil, incluso aunque su porcentaje de error todavía sea elevado. Si de verdad el objetivo fuera evitar accidentes, la DGT debería invertir en IA para encontrar soluciones eficaces que no impliquen tantas sanciones económicas para el conductor. Porque existen. Pero el chiste se cuenta solo.

Últimamente pienso a menudo en lo que hace veinte podía hacerse y ahora no. Sobre todo, pienso en las cosas más insignificantes e irrelevantes, que nos han ido quitando, siempre con alguna buena excusa oficial (la extraoficial es echarte mano a la cartera). De modo que ahora cuando paseo en coche por las afueras de la ciudad, gozo cada uno de los pequeños espacios de libertad que los que nos pastorean todavía no han encontrado la manera de cercar. Les quedará poco.

Contenido patrocinado

stats