Comuneros germánicos

Publicado: 23 nov 2022 - 22:38

Una institución de derecho germánico la llaman, y es posible que así sea, aunque -mitos aparte- la huella sueva se reduce a algunos topónimos y la visigoda a un par de iglesias. Pero es posible. De lo que no hay duda es que se trata de un privilegio. Más en Galicia, donde el suelo de los montes pertenece a los vecinos. Y con ello, su aprovechamiento en dos aspectos nada irrelevantes: la tala de árboles para madera y pasta celulosa y la venta de los terrenos, vía expropiación. En ambos casos, una buena forma de que las cuentas corrientes de las comunidades de montes tengan varios ceros. Hay más: también pueden crear empleo y de hecho lo hacen a menudo para sus propios parroquianos.

PSOE y BNG apoyaron esta semana una iniciativa legislativa respaldada por 12.000 firmas para blindar las comunidades y garantizar por norma autonómica que el terreno es y será siempre suyo... El PP votó en contra, pero es bastante probable que antes o después apruebe una ley en el sentido de la derrotada. Lo contrario sería una -agradable- sorpresa.

Las comunidades de monte pueden tener algún sentido en los municipios rurales, ninguno en las ciudades, que así se dividen entre ciudadanos que tienen bosques propios y los que no, siendo iguales a la hora de pagar impuestos y demandar servicios. Eso sin contar casos sangrantes, por ejemplo el pago de millones del Concello a los comuneros de Zamáns para desarrollar el Campus, una amplia superficie que no se entregó gratis ni con un precio reducido pese a tratarse de una iniciativa que no era ni especulativa ni buscaba enriquecer, salvo a los propios vigueses en su conjunto.

La propiedad era de los ayuntamientos hasta los años ochenta, organismos democráticos y sometidos a vigilancia y controles. Podrían ser los comuneros gestores de bosques comunales, y dejar la titularidad en manos públicas, pero no quieren. No es lo mismo, claro.

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