Campanas al vuelo

Publicado: 02 jul 2025 - 01:50

Es bueno empezar diciendo ¡campanas al vuelo! porque el extraordinario negociador, según lo definió el presidente del Gobierno, está encarcelado. No han sonado por tal justicia y se reservan para el repique o el carrillón, que vengan a distinguirse del balanceo y el del volteo. Los llamados amigos como María Jesús Montero y Pedro Sánchez marcan distancia tras la decisión del magistrado del Tribunal Supremo, Leopoldo Puente. El exsecretario de Organización del PSOE duerme entre rejas pudiendo ser visitado y sin fianza; mientras, Rodríguez Zapatero toma protagonismo y se va a negociar con Puigdemont y la UCO, al parecer, sigue recopilando su nombre en esta historia política jurídica que nos tiene mirando a este verano que quema.

En Soto del Real a Santos Cerdán le resuenan los versos de Antonio Machado: ¨Nuestras horas son minutos cuando esperamos saber, y siglos cuando sabemos lo que se puede aprender¨.

A golpe de campanas seguimos en estas líneas porque en lo alto de la catedral madrileña, donde el cielo se funde con la piedra, resuenan las que nacieron en Galicia. Fundidas en Caldas de Reis, tierra de aguas termales y forja ancestral, estas campanas fueron realizadas por los Ocampo en 1998 y donadas al año siguiente por un grupo de empresarios y entidades gallegas afincadas en Madrid. Aquel hecho se ve hoy como un gesto de agradecimiento por el empadronamiento, sin olvidar que lo es con arraigo reivindicativo de los orígenes. Las campanas de La Almudena son, por tanto, mucho más que instrumentos litúrgicos porque se han convertido en voces de una colectividad que, lejos de su tierra, han sabido sembrar identidad y memoria en Madrid. Hay que mirar a la torre oeste que popularmente se la conoce como Mariana o de los gallegos porque esta es semana que las colectividades gallegas celebran los veinticinco años que han venido reproduciendo el sonido reverberante en la iglesia más importante de la villa y corte. Un sonido emocional que se produce por la vibración de su propio cuerpo sin necesidad de cuerdas o membranas. Algo así como ese sentimiento de la morriña y la nostalgia activa que viene atada a las entrañas y que se intensifica con los años.

En la Catedral de Santa María la Real de La Almudena, cada campana de la torre de los gallegos lleva el nombre de las cuatro vírgenes más castizas: La Almudena, La Paloma, Atocha y Santa María de la Flor de Lis y una inscripción que conecta lo espiritual con lo humano haciendo recordar que Galicia no se diluye porque tiene solidez de bronce.

Autores gallegos como Rosalía de Castro, María Mariño o Xosé Neira Vilas han evocado el tañido de las campanas como símbolo de tiempo, muerte, llamada o esperanza. Santos Cerdán hace morir un poco al PSOE y a su secretario general por mucho que Montero asegure que se trata de "un asunto de una persona que no tiene nada que ver con el PSOE".

Desde la Edad Media, las campanas han sido el primer medio de comunicación colectiva: marcaban el ritmo del día, anunciaban nacimientos, muertes, incendios o guerras. Su lenguaje no era solo sonoro, sino emocional. En Galicia, el toque manual de campanas ha sido reconocido como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, y no es casualidad que fueran gallegos quienes quisieran dotar a Madrid de este legado sonoro. Esta semana nos unen a los símbolos y son un recordatorio de que la piedra respira y llama en Madrid con acento gallego.

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