Fernando Ramos
La manipulación política de la denuncia contra Suárez
Xavier García Albiol, el líder del PP para las elecciones autonómicas catalanas del 27 de septiembre, impone más que por sus dos metros de altura como antiguo de jugador de baloncesto, por su impetuosa imagen de boxeador de pesos pesados que se ofrece a pelear contra todos los partidos rivales.
A sus 48 años, y tras los últimos cuatro como alcalde de los 220.000 habitantes de Badalona, ciudad satélite de Barcelona, perdió su cargo en mayo pese a haber aumentado el apoyo popular hasta obtener el doble de concejales que el segundo partido, Guayem Badalona, el Podemos local.
Esa fuerza, sumada a los independentistas y a los socialistas, derrocó a Albiol, que ahora es para el PP catalán su "gran esperanza blanca", como los boxeadores caucásicos que suelen ser masacrados por campeones negros.
Casi todos los medios informativos se le han abalanzado acusándolo de xenófobo por sus lemas como "Limpiando Badalona", con los que anunciaba la expulsión de gitanos rumanos que, según él, no trabajan y sólo delinquen y mendigan.
Señalaba también a norteafricanos que, igual que decía el exalcalde de Vitoria y nueva estrella pública del PP, Javier Maroto, rechazan trabajar pero exigen salarios, y viviendas gratis.
El mensaje de Albiol, aunque también una gestión eficaz, fue poderoso e incrementó su voto en las paulatinas elecciones, lo que plantearse la razón del tanto crecimiento.
Puede ser que represente sociológicamente a toda Cataluña. Que quizás muchos catalanes crean como Albiol que hay inmigrantes deseables de cualquier origen si quieren realmente trabajar, e indeseables a los que consideran delincuentes o aprovechados extractores de los beneficios sociales.
Se daba por muerto al PP en Cataluña. Los medios temen ahora que se crezca como Albiol y que, pensando como él, muchos catalanes le voten.
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