Un Santiago de A Guarda a Irlanda
Se trata de una pieza en pizarra del escultor Armando Martínez. La escultura tiene un peso de 70 kilos y mide aproximadamente 70 centímetros de alto y un ancho
Armando Martínez, escultor natural de A Hermida (Covelo), trabaja desde hace 50 años la piedra. Autodidacta, aunque su profesión es la de diseñador-proyectista “pero como no se ganaba dinero con esto, me metí con la escultura”, y eso porque su padre, maestro cantero, influyó en su relación con la piedra, pues entre piedras estuvo “toda la vida. Y la piedra era lo mío”.
Hace memoria de su primera obra, destinada a Portugal, “exactamente para Cartanhede, allá por el año 1991: un monumento a la cantería, un monolito con dos figuras homenaje a las trabajadoras de las canteras “porque las mujeres, en Portugal eran las que cargaban las piedras”. Para hacer esta obra necesitaba dos meses “y al final, me quedé por dos años”. Hoy tiene más de setenta monumentos públicos repartidos por distintos países, la mayoría en Portugal, unos cincuenta, y en España, pero también vamos a encontrarlos en Noruega e Irlanda y el más próximo, en Vigo: el monumento a Rosalía de Castro.
Precisamente para Irlanda se irá el Santiago que se gestó en Camposancos (A Guarda), un trabajo realizado en el “obradoiro-estudo” de la artista Mónica Taboada Veiga, y que es su “primer Santiago”. Se trata de una pieza en pizarra, de líneas suaves y amables que ya está finalizada, con un peso de unos 70 kilos, de aproximadamente 70 centímetros de alto y un ancho y grueso en torno a los 40 centímetros. El escultor eligió la pizarra por sus connotaciones con el Camino de Santiago, explica. “Prácticamente la joyería en Santiago es el azabache. Y la pizarra, en su formación, no deja de ser un calcáreo negro, mezclado con carbón fosilizado, cuya textura es más fuerte que la del azabache, pero una vez pulido, es similar al azabache”. Al hablar de las dificultades en la ejecución de la obra, señala el “lasqueado”, es decir que la pizarra lasca, cada 2 o 3 mm es una fisura, “por lo tanto, de como la golpees depende el éxito, pues abre completamente de un lado al otro; son láminas como hojas de papel”, precisamente esta dificultad le obligó a reiniciar una vez la obra.
El Santiago sedente de Armando Martínez tiene como destino la iglesia de St. James, en Dublín, un templo en el Camino de Santiago irlandés. La posibilidad de realizar esta obra surgió a través del embajador de Irlanda, en Madrid, y su relación con el ex alcalde de Oroso y senador socialista, Manuel Mirás Franqueira. Es posible que, si no antes, el Santiago de “ST. James” sea entronizado el Día de San Patricio, patrón de Irlanda, que se celebra el 17 de marzo y a cuyo acto, sin duda, acudirá el autor de esta pieza.
La vinculación de Martínez con el Camino viene de atrás, ya que es miembro de la Orden dos Cabaleiros de Santiago desde 1991. Esa vinculación al Camino le compromete con futuras creaciones, como los encargos de homenaje a los peregrinos con monumentos para Oliveira de Azeméis y otro para Condeixa.
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