Los incendios en Galicia queman casas, calcina unas 14.000 hectáreas y corta los trenes

15 viviendas ardieron en la parroquia de Alixo, en O Barco: los fuegos asolan Valdeorras y el sur de Lugo, donde 750 personas fueron desalojadas. El incendio de Zamora causa dos muertos e interrumpe el tráfico ferroviario entre Galicia y Madrid

Isaac Cruz

Publicado: 19 jul 2022 - 00:56 Actualizado: 19 jul 2022 - 11:18

Casas quemadas ayer en la parroquia ourensana de Alixo, en O Barco de Valdeorras, por el fuego que se inició en el  incendio de Carballeda.
Casas quemadas ayer en la parroquia ourensana de Alixo, en O Barco de Valdeorras, por el fuego que se inició en el incendio de Carballeda.

Valdeorras vivió ayer la peor de sus pesadillas. Buena parte de la comarca se vio sumida en un auténtico caos mientras el incendio de Riodolas (Carballeda), en su quinto día y tras la jornada dramática del domingo, arrasaba monte a diestro y siniestro y calcinaba decenas de casas ante la impotencia de los vecinos, que clamaban al cielo por la falta de medios de extinción, totalmente desbordados.

La climatología se alió con el fuego para devorar todo cuanto se encontraba a su paso, imparable. Los mercurios, que alcanzaron los 37,9º en la estación de A Portela (Vilamartín); el viento, fuerte y cambiante, y la humedad irrisoria dieron pista libre para las llamas en el rural valdeorrés.

Gran virulencia

Entre la meteorología y la falta de medios, completamente sobrepasados por una lumbre muy virulenta, el incendio se expandió de manera rápida e imprevisible por la comarca, continuando la senda de caos, ansiedad y confusión que emprendió el domingo. Las llamas se acercaron peligrosamente a los pueblos de Vales y Cesures, aunque según comentaban fuentes municipales a última hora de ayer, ya se había controlado; en Viloira, se reactivó un foco de ayer, amenazando a un grupo de casas y a la zona de fincas de O Salgueiral. También en Vilariño volvió a arder junto a tierra quemada. Alrededor de las cuatro de la tarde, el incendio cruzó el río Sil y pasó a su ribera derecha, al norte. Castigó la parroquia de Éntoma y se fue, veloz e imparable, hacia la zona de A Veiga de Cascallá.

A la hora de cerrar esta edición, la Consellería de Medio Rural cifraba en 4.600 hectáreas la extensión arrasada. Había constancia de daños personales: un brigadista herido, dos personas que sufrieron quemaduras leves y un motorista atrapado por la lumbre tras caer de su moto, herido grave. Los daños también incluían inmuebles: 12 construcciones en Candeda (Carballeda); 15 casas en Alixo y una vivienda en Éntoma -ambas, parroquias barquenses-; y al menos media docena en el concello de Rubiá, repartidos entre los núcleos de A Veiga do Cascallá y O Castelo. Asimismo, durante la tarde hubo cortes en la N-120 (A Veiga) y en la N-536 (Candís), entre muchas otras carreteras autonómicas o locales por las que se impidió la circulación, como la OU-121.

Tensión en O Castelo

En O Castelo se vivieron momentos de tensión cuando el incendio cercó las casas, algo que obligó a personas presentes en el lugar a refugiarse en el teleclub mientras el fuego “saltaba de tellado en tellado”, dijo Ignacio Doce, que estaba allí.

A última hora de la tarde de ayer las llamas afectaban a tres concellos: O Barco, Rubiá y Carballeda. Cuando cayó la noche avanzaban hacia varias zonas: O Real y Pardollán, en la Serra da Enciña da Lastra; y también se dirigían hacia varias parroquias de Carballeda. Son sitios muy separados unos de otros, algo que refleja la gran extensión de la superficie afectada. El delegado de la Xunta en Ourense, Gabriel Alén, comentó que la situación era “muy fastidiada” y subrayó que la climatología motivó la rápida propagación del fuego.

Cubos y sulfatadoras

Los vecinos, con los medios de extinción completamente desbordados, jugaron un papel muy importante en la lucha contra el fuego en todas las localidades. Equipos como las sulfatadoras se convirtieron en aliadas insospechadas, supliendo la falta de tomas de agua.

Un grupo de gente se juntó con mangueras, cubos y bombas en la pista que comunica Viloira con el polígono de A Raña. Sofía Sierra, que estaba ayudando, calificó el estado de ánimo de quienes estaban allí: “Estaban cabreadísimos porque no aparecía nadie”. Allí estuvieron horas y, según contó, consiguieron encarrilar la situación “gracias a los vecinos”.

Todo ello, a pesar de que según los datos que transmitió la Xunta trabajaban 7 técnicos, 34 agentes, 69 brigadas, 35 motobombas, 3 palas, 11 aviones, 10 helicópteros y efectivos de la Unidad Militar de Emergencias (UME). Gabriel Alén precisó que actuaban 4 helicópteros y 3 avionetas.

Alixo

Ayer por la mañana, algunos vecinos de Alixo contemplaban sus viviendas calcinadas -ardieron 15- con la mirada perdida. Era el caso de Remedios Borrajo, cuya casa aún mostraba, en azulejos, el nombre con el que bautizaron al inmueble: “Villa Remedios y Luis”, por ella y su marido ya fallecido.

A las 16,30 horas del domingo Alixo fue desalojada. “E despois xa non nos deixaron subir”, dice. Después dejó de tener información sobre el estado de su propiedad. “Non se vía nada, estaba todo escuro”, pero entonces le contaron que su casa estaba en llamas. “Eu que sei que imos facer agora”, se lamentaba. Otra vecina, Rosa Docampo, salió a dar un paseo después de comer. “Xa vimos o lume que estaba lonxe aínda. Despois empezaron a dicir ‘hai que marchar, hai que marchar’ e non collimos nada”, relató. “Cando chegamos aquí non había ninguén e xa estaban as casas ardendo”, clamó sobre la ausencia de medios.

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