A Franqueira entre la fe y la tradición

Miles de fieles llegados de toda Galicia acudieron al templo para demostrar su devoción a la Virgen en la romería

La imagen de la Virgen sobre un carro tirado por dos vacas, ayer, durante la procesión en A Franqueira.
La imagen de la Virgen sobre un carro tirado por dos vacas, ayer, durante la procesión en A Franqueira. | J. Santomé

Los fieles se despertaron ayer con la intención de celebrar la fiesta en honor a la Virgen de A Franqueira. El evento, que en cada edición reúne a miles de personas de toda Galicia y norte de Portugal, es una de las romerías más multitudinarias del área de Vigo. Aunque en los últimos años, esta fecha ha ido perdiendo fuerza por la celebración de As Pascuillas, que se festeja a principios de verano y no coincide con otras festividades religiosas.

Los fieles llegaron al Santuario de Nuestra Señora de A Franqueira desde primera hora de la mañana. Muchos de estos peregrinos llegaron al templo “ofrecidos” a la Virgen para que esta cumpla sus peticiones, mientras que otros hicieron acto de presencia para disfrutar de la comida y el ambiente festivo. Dado que la romería coincidió un lunes (día laborable) y el inicio de la vendimia en el área, A Franqueira no se llenó tanto como en ediciones pasadas.

A pesar de todo, los más devotos de la Virgen, y de la fiesta, no dudaron en acudir a esta cita, “señalada” en el calendario a lo largo de todo el año. El tiempo, que en las últimas ediciones fue caluroso y sofocante, dio un soplo de aire fresco para acompañar a la Señora de A Franqueira para que los fieles pudieran lucir sus mejores galas sin pasar calor.

El punto álgido de la celebración llegó en torno al mediodía, con la misa solemne. El acto litúrgico, trasladado al exterior del tempo desde hace unos años, fue realizado por el obispo de la Diócesis Tui-Vigo, Antonio Valín Valdés. Al finalizar, los “bueyes” (dese hace años sustituidos por dos vacas) acudieron al templo para cargar la imagen de la Virgen y así iniciar la procesión.

La Virgen de A Franqueira fue trasladada por los alrededores de la iglesia sobre el tradicional carro de bueyes, acompañada por la pasión de sus fieles, pequeños y mayores, que la seguían al ritmo de las campanas y de la música.

Una vez la procesión llegó a su destino, los fieles, la pareja de vacas y la imagen procedieron a ver las danzas en honor a la Virgen, realizadas por jóvenes de la zona. Acto seguido, y retomando otra de las grandes tradiciones de la festividad, los presentes pudieron ver la reinterpretación de la batalla entre el Moro y el Cristiano. Este encuentro teatralizado es interpretado por una pareja de jóvenes de A Franqueira, con uno de ellos pintado hasta arriba con pintura negra, que dieron lo mejor de ellos mismos para representar un choque entre ambas religiones que, tal y como explican ellos, tuvo lugar “hace tanto tiempo”.

Con el fin de los actos litúrgicos, los fieles se disiparon por la zona, dispuestos a probar el pulpo y el churrasco de los puestos de comida ubicados en los alrededores de la iglesia.

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