El Celta supera al Gil Vicente con un gol de Douvikas (1-0)

El Celta ganó al Gil Vicente, sigue invicto y demostró tener diferentes caras mientras se va autodefiniendo

Publicado: 27 jul 2024 - 10:08 Actualizado: 27 jul 2024 - 11:41

Anastasios Douvikas, en la imagen peleando con el central Rubén Fernandes, anotó ayer su quinto gol de la pretemporada.
Anastasios Douvikas, en la imagen peleando con el central Rubén Fernandes, anotó ayer su quinto gol de la pretemporada.

Se ganó, lo que está bien. Pero lo mejor es que se acabó mucho mejor de lo que se empezó. Hay dudas porque la cabeza de Claudio Giráldez maneja muchas piezas y no se sabe cuál será el puzzle. Nada extraño en una pretemporada. Ah, y volvió a Aidoo.

Las pretemporadas son como un puzzle para los entrenadores. Y si disponen de tantas piezas como el céltico Claudio Giráldez este verano, ni tan siquiera los descartes previos te evitan sofocos para ir sacando una imagen resultona. Nadie espera que un equipo funcione como un reloj en estas semanas previas a la competición, pero sí que dé la hora y, a poder ser, cada vez con menos margen de error. Los encuentros son experimentos demasiadas veces desconcertantes y, no pocas, desesperantes. Siempre con la esperanza de que en la cabeza del entrenador estén encajando las piezas mejor de lo que lo hacen sobre el césped las que va disponiendo.

Ayer, por ejemplo, en el once celeste influyó sobremanera el empleado el pasado martes. Como es lógico, la visión global prevalece sobre la particular de cada contienda. De los elegidos pa enfrentarse al Sporting de Gijón de inicio, ante el Gil Vicente sólo repitió el canterano Damián Rodríguez. De los otros diez, resaltar que, por primera vez en los ensayos veraniegos, Franco Cervi ejerció de carrilero zurdo -un puesto en busca de acompañante para Hugo Álvarez- y no de atacante.

Que conste que el disgusto de Giráldez con la primera mitad ante los gijoneses se notó en un equipo celeste presionante desde el primer minuto. Con ganas de tener balón, de robar muy arriba y de estar muy atento al repliegue. Sucede que el Gil Vicente está un poco más rodado que los célticos y que tácticamente aguantó sin apenas problemas estar en propio campo mientras los locales movían el balón de un lado a otro buscando desequilibrar el equilibrio defensivo luso. Sin conseguirlo porque no se encontraban espacios entre líneas y porque no había suficiente velocidad por banda.

La mayor serenidad táctica de los visitantes empezó a hacerse notar en el campo celeste al cuarto de hora. Un serio desajuste atrás en el hueco entre Jailson, central izquierdo, y Cervi estuvo a punto de aprovecharlo el inteligente Maxime, frenado en falta justo antes de entrar en el área. Y en el saque de esquina posterior al golpeo a balón parado, De Pú probó a Iván Villar, que respondió con acierto. Porque el Gil Vicente no es un bloque sin ganas de balón y sabe moverlo cuando lo tiene.

Siguió siendo más insistente en la posesión el Celta, pero sin la verticalidad precisa pese a estas sobre el campo Iago Aspas. El meta luso, Andrew, estuvo muy tranquilo. Y justo antes del descanso, Iván sí tuvo que volver a intervenir ante una frivolidad de remate de tacón de Maxime tras otras gran acción de ataque luso que mereció mejor final. En cuanto a marcador, el empate sin goles era bueno tras la primera mitad. Pero el marcador no importa un ápice a estas alturas.

Dentro del reparto de minutos previsto, Giráldez hizo cuatro cambios en el parón: Beltrán, Carles Pérez, Starfelt y Alfon aparecieron sobre el campo. Pero la actividad no registró muchos cambios, con un Gil Vicente que sí mantuvo el equipo.

Fue un cuarto de hora improductivo por parte de ambos contendientes. Hasta que a la hora de juego llegaron los cambios masivos -sólo Iván se mantenía en portería desde el principio- y eso, al menos, removió el partido. La intensidad era mayor en los célticos, entre otras razones porque el Gil Vicente sólo cambió a cuatro futbolistas de campo.

Alfon ya había empezado a dar sentido al ataque surgiendo entre líneas y, tras las sustituciones, apareció Swedberg. El sueco apareció para aprovechar la presión mucho más ajustada celeste. Un pase del segundo pudo ser gol del primero en una acción que precedió al tanto, cómo no, de Douvikas. Llegó tras un error del Gil Vicente en el centro del campo que propició un robo de Carles Pérez -ya por entonces jugando arriba tras la entrada de Javi Rueda-, quien encontró el desmarque de griego y su acierto en el remate. Un gol, una victoria y las lágrimas de Aidoo en su regreso. Bien.

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