El Celta, en descenso en defensa y en ataque

Estar en descenso en la novena jornada de Liga no es un accidente ni una cuestión coyuntural. Cuando tras casi un cuarto de la temporada un equipo se encuentra entre los tres últimos es porque ha pecado tanto en defensa como en ataque. El Celta lo ha hecho y por eso encara el parón como lo hace, antepenúltimo en la tabla con apenas 6 puntos de 27 posibles.

El problema defensivo queda retratado con un dato: 9 jornadas sin mantener la portería propia a cero. En todos y cada uno de los encuentros, Iván Villar ha tenido que recoger el balón del fondo de la portería en al menos una ocasión. Un factor que está resultando determinante, como demuestra el hecho de que los únicos dos equipos que están por detrás del céltico en la clasificación son también los únicos dos que compaten con él el pecado de haber recibido gol en todos los partidos: Granada y Almería.

En el caso vigués, todo hay que decirlo, la cuestión viene de lejos. De hecho, el Celta de la pasada temporada cerró el curso recibiendo goles en las siete últimas jornadas, con lo que el mal se extiende ya a 16 jornadas consecutivas. La última portería a cero data del pasado 26 de abril, en un 1-0 ante el Elche, aquel del gol de Aidoo sobre la bocina.

Eficacia ofensiva

Pero el problema no está sólo atrás. En ataque, Rafa Benítez, entrenador céltico, sostiene que el equipo dispara con asiduidad. Los números lo corroboran. Lo malo es la escasa eficacia. Así, el Celta es el cuarto equipo de la Liga que más tiros hace por partido a la portería rival, con 14.3 -Real Madrid, Sevilla y Barcelona por delante-. En total han sido 129 balones dirigidos a meta, que se han resuelto en apenas 10 goles. Es decir, hacen falta 12.9 intentos para marcar. Sólo Alavés, con 16.16 disparos por gol, y Las Palmas, con 17.71, lo empeoran.

Benítez iguala los números de Luis Enrique y empeora a Óscar

Seis puntos en nueve jornadas es, a todas luces, una producción muy pobre. De hecho, desde el último ascenso, el Celta sólo llegó con tan pírrica cosecha a estas alturas de curso en un ocasión: en la campaña 13/14, con Luis Enrique Martínez sentado en el banquillo. La comparación no es en absoluto mala para Rafa Benítez, actual inquilino de esa misma banqueta, ya que aquel conjunto celeste, que incluso iba una plaza por debajo en la clasificación respecto al actual, acabó salvándose con suficiencia y cerrando la campaña con una meritoria octava plaza final.

No es baladí la comparación -empatan a 1 victoria, 3 empates y 5 derrotas- porque existen puntos interesantes de conexión. Por un lado, en ambos casos el equipo venía de haberse salvado la anterior temporada en la última jornada. Y en ambos casos, en verano se produjo una apuesta firme por un entrenador de renombre -Luis Enrique no era el de ahora, pero ya venía de la Roma-, lo que significó que hubo paciencia para que el proyecto fuese creciendo. Sucedió entonces y sucederá ahora, salvo debacle a nivel de vestuario que no se atisba.

No hubo esa capacidad de esperar en otros casos. En la temporada 20/21, Óscar García Junyent ejercía en el banquillo celeste y fue despedido exactamente después de la novena jornada estando en la misma posición que ahora, décimo octavo, pero con un punto más, 7.