Una viguesa convive varios meses con el cadáver de su madre al que ‘daba’ de comer

El hallazgo se produjo el viernes en un piso de este edificio del barrio de Coia, donde acudió la Policía Local.
photo_camera El hallazgo se produjo el viernes en un piso de este edificio del barrio de Coia, donde acudió la Policía Local.
La hija abrió a la Policía, que halló el cuerpo sobre la cama y rodeado de limones, tras el aviso de los vecinos por el olor

Los vecinos de la calle Caldas de Reis, en Coia, no se han recuperado todavía de la macabra historia protagonizada por una de sus vecinas. El viernes por la mañana, la Policía encontraba en el interior de un segundo piso el cadáver casi momificado de una mujer. Estaba sobre la cama, rodeado de limones y al “cuidado” de su hija, que convivió con el cuerpo durante al menos cuatro meses y al que seguía dando de comer.

Agapito Vidal, el presidente de la comunidad, junto al piso donde residía su vecina fallecida.
Agapito Vidal, el presidente de la comunidad, junto al piso donde residía su vecina fallecida.

La fallecida, de 90 años,  hacía tiempo que no salía de casa. Al menos sus vecinos no recuerdan verla en el último año, “era residente de toda la vida”, explicaban. Viuda desde hacía mucho tiempo, residía con su hija, de unos 55 años, una persona  que no se relacionaba demasiado  en el vecindario. 

Todo comenzó hace meses, “no sabría decir cuándo”, explicaba el presidente de la comunidad, Agapito Vidal, pero “al menos desde noviembre o antes”. “Empezó a oler bastante mal en algunas zonas del edificio y cuando pasabas por el segundo”, señalaba ayer en declaraciones a este periódico. La situación fue empeorando, hasta llegar a un punto “insoportable, sobre todo para el piso justamente superior y el del al lado”. En una reciente reunión de la comunidad de propietarios, “decidimos abordar al tema y ver si todos los vecinos lo habían notado, como así fue. Además, se había llamado a la puerta pero no abrían”.  Fue así como remitieron varios correos al Concello, que el viernes envió a una patrulla de la Policía Local. 

“A la hija la veíamos de vez en cuando salir a comprar, incluso hace una semana estaba limpiando las ventanas de la habitación de su madre”, señaló.

Cuando los agentes llegaron al inmueble y llamaron al timbre, la hija entreabrió la puerta y un hedor procedente del interior hizo que estos, con un pequeño empujón lograran que abriera del todo. Lo que allí se encontraron era difícil de describir. 

 Sobre la cama yacía  el cadáver  de Sara. Su hija aseguró a los policías y sanitarios que se desplazaron al lugar, avisados por los agentes, que ella le daba de comer y le proporcionaba el té que le gustaba pero que le debían haber sentado mal unas empanadillas, porque al dárselas  le habían salido gusanos, que había guardado en un frasco.  

Los sanitarios atendieron a la hija que trasladaron en una ambulancia hasta el Hospital Álvaro Cunqueiro para su valoración en Psiquiatría, mientras la comisión judicial autorizaba el levantamiento del cadáver de la madre, que fue enviado al Nicolás Peña para la autopsia.

Serán los forenses los que determinen cuánto tiempo llevaba muerta la mujer, aunque  una primera valoración apuntaría a  como mínimo a entre cuatro y seis meses.  Los agentes descubrieron además, que las empanadillas de las que hablaba la hija habían sido compradas en el mes de noviembre.

Una familia que ya estaba marcada por la tragedia

La nonagenaria fallecida y su familia estaban marcadas por la tragedia. Según contaban quienes los conocían, su marido había muerto en un accidente de tráfico en la avenida de Madrid. Un año después, justamente el mismo día y en la misma zona, su hijo perdía la vida en un siniestro de moto. Desde ese momento, ella y su hija se quedarían solas en el piso de la calle Caldas. Hay quienes recuerdan que tiempo después,  la fallecida había llegado a tener una pareja  lo que generó conflictos con la hija,  que llegó a estar encerrada en una habitación. 

El  caso está ahora en manos del juzgado, que podría determinar el internamiento de la hija y la tutela si no se encuentra a ningún familiar, ya que  no estaría en condiciones de vivir sola. La comunidad de vecinos está preocupada por lo que ocurrirá con el piso. “No se puede quedar así”, decía el presidente

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