Los ‘guardaespaldas’ de las víctimas de maltrato en el rural

El responsable del equipo, en la sala donde atienden a las víctimas en el puesto principal de Porriño.
photo_camera El responsable del equipo, en la sala donde atienden a las víctimas en el puesto principal de Porriño.
El Equipo de Violencia de Género de la Guardia Civil de la compañía de Vigo hace seguimiento  a 188 mujeres en nueve municipios del área, al margen de la causa judicial

La peor cara de la violencia machista sigue sumando víctimas mortales en un goteo de asesinatos que parece imparable por todo el territorio nacional y que en el área de Vigo ha matado hasta la fecha a dos mujeres. Sin embargo,  las estadísticas no contabilizan las víctimas que se salvan gracias a la protección y seguimiento de los equipos  de las fuerzas y seguridad del Estado mediante el sistema Viogén que, de no existir, podría elevar por desgracia las cifras de asesinatos. 

A esa labor de protección y de combate contra estos delitos se dedica el Equipo de Violencia de la Guardia Civil de Vigo, un grupo compuesto por personal cualificado, formado por seis miembros (un cabo y cinco agentes)  de distintas unidades de toda la compañía, que de forma voluntaria decidieron dedicar sus esfuerzos a esta lucha. El equipo se formó en 2021 para unificar a las unidades de los distintos puestos para especializar los recursos en los nueve municipios a los que da servicio: Baiona, Gondomar, Nigrán, Porriño, Salceda de Caselas, Mos, Pazos de Borbén, Soutomaior y Fornelos de Montes. 

Estos agentes se enfrentan a un reto no siempre sencillo: atajar el maltrato a la mujer en el rural más allá de los núcleos urbanos, en un espacio donde en ocasiones a la víctima le cuesta más enfrentarse al miedo a ser señalada en entornos pequeños donde todo el mundo se conoce. El responsable del equipo sí reconoce que hay dificultades al trabajar en zonas pequeñas o dispersas pero “eso ocurre en todos los delitos cuando se trata del rural”. Sin embargo, los agentes toman precauciones, “las denuncias las cogemos de paisano, y en las vigilancias procuramos interferir lo menos posible, además las entrevistas personales siempre están concertadas con las víctimas”. Tanta es la precaución, que él mismo prefiere mantenerse en el anonimato.

Actualmente, están bajo seguimiento por el equipo un total de 188 mujeres. Ese es el número de víctimas activas, de las cuales, solo 91 tienen medidas de protección judicial. “Una vez que se interpone una denuncia y realizamos las diligencias de investigación, hacemos una valoración del riesgo que comprende desde un mínimo de no apreciado hasta un máximo de extremo y lo ponemos en conocimiento del juzgado, pero dicha valoración no tiene que ver con las medidas judiciales”, afirma. Significa que “en función del baremo establecido, tomaremos una serie de medidas u otras que se mantendrán incluso aunque el caso se archive en el juzgado, hasta que la situación de la mujer se normalice. Es más, habiendo un riesgo no apreciado, como mínimo realizamos un seguimiento de su situación durante seis meses”.  Incide en que se llegan a hacer desplazamientos hasta viviendas o en el caso de que haya menores también se vigilan los centros de escolares si fuera necesario. 

A estos mecanismos de seguimiento de los agentes se suman a los teléfonos Atenpro de atención a la víctima que proporciona la Cruz Roja y las pulseras telemáticas. “El sistema GPS lo ordena colocar el juzgado los agresores y  van ligados a un dispositivo que tiene la víctima y que le avisa cuando incumple una orden de alejamiento”, explica. Actualmente hay cinco pulseras activas.

“Hola, ¿cómo estás? ¿has tenido algún problema?”

El tipo de seguimiento a una mujer víctima de maltrato depende de la valoración del riesgo. “Habitualmente son seguimientos telefónicos, llamadas en las que les preguntamos cómo están, si han tenido algún problema.. Pero también entrevistas personales a través de los CIM (Centro de Información a la Mujer), así como vigilancias y si el riesgo extremo es una patrulla las 24 horas del día”.  El  responsable del cabo, que lleva en este ámbito desde que entró en vigor la Ley Integral de Violencia de Género en 2005, afirma que en el maltrato no hay clichés.  “Hay  víctimas de todas las edades y condición”, comenta,  aunque sí denota un mayor número de casos concentrados en núcleos más poblados y en un rango de edad por debajo de los 65 años.  La forma de tomar contacto habitualmente es directamente a través de la víctima, “es ella la que nos pide auxilio, la mayor parte de las veces después de haber sufrido algún episodio, la mayoría de los casos suelen ser amenazas o coacciones".  En este tipo de violencia es muy frecuente el uso de las nuevas tecnologías, el whatsapp o las redes, “y eso nos sirve de prueba en un delito del ámbito privado, muchas veces sin testigos".

El sello Viogén, una garantía para las víctimas.
El sello Viogén, una garantía para las víctimas.

Atención en cualquier sitio y “mucha psicología”

Una mujer que sufre un episodio de maltrato físico o psíquico puede recurrir al equipo especializado de la Guardia Civil interponiendo una denuncia en cualquier cuartel. “Nosotros nos desplazamos al puesto más cercano”, asegura y hace hincapié en que “da igual si es residente en el municipio o está de paso”. 

Una vez la víctima llega al puesto de la Guardia Civil, los agentes se entrevistan con ella en un lugar “apropiado”. “Sin son los puestos principales hay un espacio ya fijado para dar la atención personalizada  a las mujeres, pero si es otro cuartel siempre se busca un lugar adecuado donde pueda hablarnos sin miedo y con confianza, porque nosotros estamos para ayudar, para trabajar por ellas”. 

En ese momento, hay que echar mano de la psicología, “porque tienes que hacerles preguntas comprometidas y les cuesta abrirse, pero al final se crea un ambiente de confianza que perdura en el tiempo".

Pero los agentes no solo se ocupan de atender a la víctima, sino también de interrogar a los agresores y realizar las diligencias, todo en un plazo de 72 horas para entregarlas al juzgado. 

“Intentamos hablar con el agresor tratar de hacerle entender que lo que ha hecho es un delito, porque todavía hay hombres que justifican lo que han hecho porque lo tienen interiorizado como algo normal”,  aunque asegura ese tipo de agresores, los que no son conscientes, va en descenso.

En cuanto al número de denuncias “fluctúa, pero al final, al año, la cifra se mantiene sobre las 200".

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