Javier Cercas (Cáceres, 1962) ganó el Premio Planeta con “Terra Alta”.
¿Por qué escogió como arranque de su novela el desenlace del ataque yahidista en Cambrils en el año 2017?
Esta novela no es sobre el atentado yihadista. Aparece tan solo un momento, en un párrafo. El atentado me aportó una solución narrativa, mi protagonista se construye a partir de un personaje real, el mosso de esquadra que abatió a tiros a los cuatro terroristas. No se conoce su identidad. La oscuridad y el misterio son ideales para la literatura. Tampoco es sobre la crisis catalana, aunque sin ella no habría escrito la novela. Lo que vivimos en septiembre y octubre de 2017 no lo había visto jamás y me transformó. Soy un escritor distinto.
¿Por qué le interesó?
La felicidad no importa. Los escritores reciclamos la basura, somos vampiros de lo malo de la sociedad. Las cosas terribles suelen ser carburante para nosotros.
De Barcelona traslada al trama a lo que denomina la Cataluña pobre.
Hay un diálogo entre el campo y la ciudad. Terra Alta, en el límite con Aragón, es pobre y despoblada. Llegué allí con mi anterior novela y me decían solo hablan de nosotros para bombardearnos, en la batalla del Ebro. Nunca pasa nada, hasta que pasa.
Dijo que en su anterior novela temió caer en la repetición. ¿Logró evitarlo?
Tuve la certeza de que se acababa algo que había iniciado con “Soldados de Salamina”. Estuve un año sin escribir y si no volvía a hacerlo, no pasaba nada.
¿Por qué escogió como arranque de su novela el desenlace del ataque yahidista en Cambrils en el año 2017?
Esta novela no es sobre el atentado yihadista. Aparece tan solo un momento, en un párrafo. El atentado me aportó una solución narrativa, mi protagonista se construye a partir de un personaje real, el mosso de esquadra que abatió a tiros a los cuatro terroristas. No se conoce su identidad. La oscuridad y el misterio son ideales para la literatura. Tampoco es sobre la crisis catalana, aunque sin ella no habría escrito la novela. Lo que vivimos en septiembre y octubre de 2017 no lo había visto jamás y me transformó. Soy un escritor distinto.
¿Por qué le interesó?
La felicidad no importa. Los escritores reciclamos la basura, somos vampiros de lo malo de la sociedad. Las cosas terribles suelen ser carburante para nosotros.
De Barcelona traslada al trama a lo que denomina la Cataluña pobre.
Hay un diálogo entre el campo y la ciudad. Terra Alta, en el límite con Aragón, es pobre y despoblada. Llegué allí con mi anterior novela y me decían solo hablan de nosotros para bombardearnos, en la batalla del Ebro. Nunca pasa nada, hasta que pasa.
Dijo que en su anterior novela temió caer en la repetición. ¿Logró evitarlo?
Tuve la certeza de que se acababa algo que había iniciado con “Soldados de Salamina”. Estuve un año sin escribir y si no volvía a hacerlo, no pasaba nada.
