Resuelto el misterio de Punta da Meda

Gustavo Pascual Hermida es un apasionado de su trabajo al que le gusta investigar para luego divulgar.
photo_camera Gustavo Pascual Hermida es un apasionado de su trabajo al que le gusta investigar para luego divulgar.
El miñorano Gustavo Pascual actualiza un estudio que atribuye los peculiares petroglifos de Monterro a un vecino de Paraviñabal, en Panxón, a principios del siglo XIX

A lo largo y ancho de la península de Punta da Meda en Monteferro se extienden una serie de grabados en piedra que han llevado a confusión sobre su procedencia llegando incluso a situarlos en la antigüedad. Gustavo Pascual, un miñorano licenciado en Geografía e Historia en la especialidad de Prehistoria y Arqueología por la Universidade de Santiago, ha resuelto el misterio. La obra la atribuye a Domingo “O Duque” un vecino de Paraviñabal que vivió en el siglo XIX y todo el estudio realizado figura publicado en su blog “masquepetroglifos2.blogspot.com”. 

Aunque asegura que fue fruto de la casualidad, lo cierto es que detrás de su estudio se esconden siete años de investigaciones, cábalas y mucho trabajo de campo. Lo primero que le llamó la atención fue la combinación sin sentido aparente de signos geométricos, números, lazos unidos entre sí sin levantar el instrumento de la piedra, además de que la técnica utilizada evidenciaba que fueron realizados con cincel y en 2012 comenzó a peinar la zona en busca de más petroglifos. 

Para su asombro los misteriosos motivos comenzaron a repetirse hasta una decena de veces por multitud de puntos, el primero y más llamativo de todos tenía grabada la fecha 1815 lo que le sirvió como pista para poder contextualizarlo pero el segundo con el que se topó, ubicado en el alto del peñón del faro, se situaba 14 años antes, en 1801. A medida que su trabajo avanzaba comprobó como los grabados se iban diseminando por diferentes rocas de playa de Bolos, a escasos metros del elemento de señalización, y se topó con una pequeña cavidad que también contaba con uno en su interior, en ese momento dedujo que podría tratarse del refugio del misterioso cantero. 

Tras busquedas infructuosas de información decidió aparcar el tema pero dos años después el azar quiso que Pascual obtuviese la clave para seguir atando cabos. “Un día llevé a mi hijo a un cumpleaños al barrio de Paraviñabal y justo delante de mí me econtré con un sillar con exactamente los mismos motivos que los que encontré en Monteferro”, recuerda. Esta señal le sentó como un bofetón de realidad y al momento comenzó a relacionarlo con una zona concreta del municipio, que aunque estaba relativamente cerca del epicentro de las tallas, se trataba de un lugar habitado. “Otro día volví para hacer los calcos y un vecino, al verme, se acercó y amablemente se ofreció a enseñarme cinco o seis más en este lugar”, relata. A partir de aquí las historias sobre el misterioso autor comenzaron a sucederse. Relatos que fueron trasmitidos por el boca a boca entre los vecinos generación tras generación hasta que con el estallido de la pandemia encontró una refencia bibliográfica en el libro “Nigrán perla de la costa mágica” de 1978. 

“Domingo ‘O Duque’ mataba sus crisis de ansiedad tallando rocas”

Las averiguaciones de Gustavo Pascual concluyeron con que Domingo “O Duque” era un vecino cantero que no estaba muy cuerdo. A menudo cuando sufría alguna crisis se aislaba en Monteferro en donde pasaba días refugiado con martillo y cincel en mano. Incluso algunas historias afirman que se alimentaba de culebras que cazaba en la península del faro y que luego despellejaba y cocinaba. Pese a todo Pascual asegura que pese a su locura era conocedor de muchos símbolos antiguos. “Era un hombre soltero que vivía en un galpón en la parte alta de Paraviñabal. Hacía trabajos en piedra de todo tipo”, explica. De uno u otro modo de lo que no cabe duda es de que “O Duque” dejó huella en la zona y que sus historias se fueron pasando de generación en generación hasta el punto de que 200 años después algunos de los moradores de la zona las siguen recordando.  La pista decisiva para Gustavo Pascual para dar con Domingo “O Duque” fue sin duda el artículo publicado en “Nigrán, perla de la costa mágica” en 1978 por Pedro Díaz Alvarez, aunque aquí se refería a él como “Loduque”.

APASIONADO DE LA INVESTIGACIÓN Y DIVULGACIÓN

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Gustavo Pascual Hermida es un apasionado de su trabajo al que le gusta investigar para luego divulgar. Quiso aclarar las confusiones sobre la procedencia de los grabados, que se confunden con unos petroglifos rupestres. 

UNA DECENA DE GRABADOS POR LA PENÍNSULA

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El grueso de los petroglifos de 200 años de antigüedad se extienden por la playa de Bolos, a escasos metros del faro, pero también por el barrio de Paraviñabal en donde vivía Domingo “O Duque”. 

EL AUTOR SE REFUGIABA EN UNA CAVIDAD 

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Las investigaciones realizadas por Gustavo Pascual concluyen que la cavidad de la imagen le sirvió al cantero como refugio de las inclemencias, en su interior también hay una talla de su autoría.

ERA CONOCEDOR DE LA SIMBOLOGÍA 

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El grabado de la imagen se encuentra en la playa de Bolos y en él se puede apreciar con total claridad una roseta, Pascual asegura que era conocedor de la simbología, que utilizaba sin sentido aparente.  

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