El Pazo de Moldes es una de las pocas excepciones que confirman la tónica de las casas señoriales de la comarca. Su propietario la adquirió hace varios años con la intención de abrir una casa rural de lujo bajo el nombre de “Pousa de San Blas” y pese a que todavía mantiene la esperanza de poder abrir al público los meses siguen pasando, el tiempo pesa y las flamantes instalaciones cumplen ya dos años cerradas a cal y canto, a la espera de que en algún momento las autorizaciones lleguen y pueda al fin comenzar a funcionar. Mientras tanto el inmueble que se remonta a los siglos XIII-XIV le sirve como sede para recibir a amigos y allegados como el mejor de los anfitriones. No es para menos, el primer propietario del que se tiene constancia es Álvaro Suárez de Deza y la construcción, pese aque fue sometida a varios añadidos, conserva una morfología bastante fiel a la original con un gran escudo heráldico en la fachada principal que da fe de su poderío de antaño. Su interior está completamente acondicionado y en las diferentes estancias sus lujosos muebles se distribuyen entre librerías y obras de arte. Se emplaza en el alto de San Blas, sobre un terreno de 34.000 metros cuadrados con siete fuentes, dos molinos fluviales completamente restaurados, un río y más de dos centenares de árboles entre limoneros, naranjos, mandarinos y pomelos chinos.
La historia de su propietario podría hasta denominarse de superación, porque cualquier otro no hubiese aguantado ni la décima parte de golpes burocráticos recibidos a la fuerza. Y es que el proyecto de la “Pousa de San Blas” es uno de tantos y viene precedido por otro todavía mayor. Su idea inicial era la de crear unas bodegas junto a un espacio para eventos, además de la citada casa rural de lujo. Sin embargo, ésta estaba proyectada en el Pazo de Barreiro en Vilaza. Adquirió la propiedad en 2015 y los problemas no hicieron más que llegar en cascada hasta el punto que el inmueble del S.XVII se desmorona por momentos. Este emplazamiento está plagado de viñedos sobre 37.000 metros cuadrados de terreno, y sigue adelante con su idea inicial o al menos hasta donde le dejen las administraciones. En 2017 plantó las primeras cepas. En 2022 adquirió 6.000 metros de la finca del Pazo de Pampillón y alquiló otros 9.000 metros de suelo en Vilaza. Ahora trabaja en la ampliación en un espacio de 56.000 metros en los que se prevé plantar sobre 4 hectáreas más a partir de Semana Santa para llegar a un total de 9. A mayores está estudiando la posibilidad de la compra de otras 2 más, pero es algo que todavía está en el aire. Todos sus movimientos los llevó a cabo sobre un gran tablero de ajedrez desde el que tiró de estrategia para lidiar con las administraciones, durante todo el proceso tuvo que soportar nuevas paralizaciones que todavía retrasaron más sus planes, incluso con miles de plantas de uva compradas que tuvo que recolocar. Del mismo modo le pasó con las máquinas contratadas para acondicionar el suelo con alquileres desorbitados. Precisamente ahora está esperando a obtener el visto bueno para proceder a la ampliación de las bodegas ubicadas en el Pazo de Moldes y todo apunta a que en este caso podrá comenzar en breve. Pasarán de una capacidad de 28.000 litros a un máximo de 70.000. n
