En el mes de junio entró en vigor el Código de Buenas Prácticas contra la Desinformación, un acuerdo de intenciones pactado por la Comisión Europea con las grandes empresas tecnológicas, en un proceso que ha contado con una participación activa de la comunidad de verificadores, y que busca un internet más confiable a la hora de interactuar los usuarios con los contenidos informativos.
Este texto es una versión revisada de las normas voluntarias que se pactaron en el año 2018, y a las que se han adherido compañías como Google, Meta, Twitter, TikTok y Microsoft, así como empresas de publicidad en internet y organizaciones de la sociedad civil que se han incluido durante los meses de verano.
Este nuevo código de autorregulación buscar afrontar los desafíos comunicativos de internet y luchar contra la desinformación en la red, con medidas como garantizar que los difusores de noticias falsas no se beneficiarán de los ingresos publicitarios en la red.
Desde la perspectiva de la comunidad de verificadores online, el nuevo código representa una mejora siempre y cuando las empresas tecnológicas cumplan de manera activa con los compromisos expresados en este texto.
La puesta en práctica de estas medidas se enfrenta a una realidad que llega a ser tóxica informativamente, especialmente en las redes sociales, que cuentan con gran cantidad de cuentas falsas o especialmente creadas para desinformar u orientar opiniones de una manera manipulable.
Por estos motivos el código facilita que los usuarios cuenten con nuevas herramientas para que puedan detectar la desinformación en la red e identificar los anuncios de mercadotecnia política en internet, informando de quiénes son los responsables de este tipo de publicidad y cuánto han cobrado por ello.
