Un estudio diferencia los efectos del envejecimiento natural y patológico

El cerebro experimenta cambios en su estructura y función a medida que las personas envejecen.
photo_camera El cerebro experimenta cambios en su estructura y función a medida que las personas envejecen.
El empobrecimiento social se identifica como un factor que disminuye la esperanza de vida e indicador de demencia

Investigadores del Instituto de Neurociencias han estudiado el comportamiento social en roedores envejecidos naturalmente y en un modelo animal de la enfermedad de Alzheimer cuyos resultados han revelado que los individuos afectados por envejecimiento patológico tenían menos interacción con nuevos congéneres. 

El cerebro experimenta cambios en su estructura y función a medida que las personas envejecen, lo que puede influir en la capacidad para relacionarse con los demás. Además, la detección de feromonas, que indican la presencia de un nuevo congénere, y el comportamiento social se ven afectados por la vejez y por enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer.

Para conocer mejor estos mecanismos, el grupo de Neuromodulación sináptica del Instituto de Neurociencias (IN), centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad Miguel Hernández (UMH), ha analizado el comportamiento social en roedores envejecidos naturalmente y en un modelo animal de la enfermedad de Alzheimer.

Los resultados del trabajo, publicado en la revista Molecular Neurobiology, muestran que “los individuos afectados por envejecimiento patológico tenían menos interacción con nuevos individuos”, según han informado el CSIC y la UMH.

El empobrecimiento social se ha identificado como un importante factor que disminuye la esperanza de vida y, además, se trata de un indicador de la aparición de demencia y trastornos neurodegenerativos, como la enfermedad de Alzheimer.

A pesar de que la interacción social tiene un papel central en el mantenimiento del bienestar general, todavía siguen sin estar claros los mecanismos por los que el envejecimiento podría alterar el procesamiento de la información social, ya sea por condición natural o patológica.

Los investigadores realizaron experimentos para determinar el tiempo que invertían los diferentes individuos en explorar un espacio con un objeto, con un individuo conocido y con un nuevo congénere. Esto les permitió analizar su nivel de sociabilidad general, así como su capacidad de reaccionar ante la novedad social.

Y pudieron comprobar que todos los individuos envejecidos, ya fuera de manera natural o los animales modelo de Alzheimer, pasaban más tiempo explorando el lugar en el que había otro congénere que en la zona con un objeto. Sin embargo, los investigadores detectaron que había menos interacción con nuevos individuos, especialmente en aquellos ratones afectados por envejecimiento patológico. Para profundizar en las causas de esta falta de interés por nuevos individuos, los científicos del IN-CSIC-UMH analizaron las propiedades del órgano vomeronasal en los roedores implicados en el estudio.

“El órgano vomeronasal, ubicado en el tabique de la nariz, es fundamental para la detección de feromonas en la mayoría de especies de mamíferos y, aunque en humanos se considera un órgano vestigial, en los ratones supone la puerta de entrada a estímulos que determinan comportamientos sociales tan importantes como la selección de pareja o el reconocimiento de las crías”, ha explicado Sandra Jurado, que dirige el grupo de Neuromodulación sináptica del IN-CSIC-UMH.

Durante el análisis de regeneración celular, identificaron que, como cabía esperar, el envejecimiento natural reduce la capacidad de regenerarse del órgano vomeronasal. Esto indica que los animales viejos tienen menos capacidades para distinguir señales olfativas, como las feromonas.

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