El siempre útil naranjo

Un naranjo con sus ramas llenas de fruto.
photo_camera Un naranjo con sus ramas llenas de fruto.

El naranjo, “laranxeira” en gallego, es un árbol híbrido, originario de China y del sureste asiático, perteneciente a la familia de las Rutáceas. Se distingue el naranjo dulce, Citrus x sinensis, del naranjo amargo, Citrus x aurantium.  Su nombre tiene sus raíces en el sánscrito “narang” que significa “el fruto favorito de los elefantes”.

Aunque algunos textos del siglo I hacen referencia al cultivo de la naranja amarga en Sicilia, a donde probablemente había llegado a través de la ruta de la seda, lo cierto es que fueron los árabes quienes la introdujeron en al-Andalus a finales del siglo X o principios del XI, tal como cita el Tratado Agrícola Andalus Anónimo, y de ahí se difundió por toda Europa. La Escuela Médica Salernitana, la primera y más importante institución médica del medievo, contribuyó a su amplio uso en herboristería y cocina. En el “Jardín de los Naranjos” del Aventino, en Roma, hay uno que se dice fue traído por Santo Domingo en 1220. Fueron los marineros portugueses quienes en el siglo XV trajeron del extremo oriente el naranjo dulce a Europa. No en vano, en dialecto napolitano se conoce a la naranja con el nombre de portogallo.

El naranjo es un árbol de hoja perenne, con un tronco, de color verdoso primero y gris después, muy sensible a las heladas. Las ramas en ocasiones tienen grandes espinas. De él, Armando de Bellovisu (1296-323), en su “Declaratio difficilium terminorum tam Theologiae quam Philosophiae ac Logicae”, afirmó que es uno de los árboles más bellos porque posee las hojas, las flores y los frutos en el mismo periodo. Las hojas, de color verde claro, ovales y terminadas en punta; las  flores blancas, llamadas  azahar, intensamente fragantes y los frutos, bajos en calorías, ricos en fibra y vitamina C, formados por unos diez gajos llenos de jugo que contienen las semillas.

Las naranjas dulces son muy utilizadas para elaborar platos de carne de res, cerdo, pollo y otras aves, como, por ejemplo, el pato a la naranja. El zumo se utiliza para la preparación de salsas agridulces. Es también exquisita la ensalada de naranjas, cortadas en rodajas, con aceite, sal y pimienta, y añadiéndole, si se desea, cebolla, pimienta molida y aceitunas negras. Se usan también para la producción de futa confitada, mermelada y licor, al igual que las naranjas amargas, que no se suelen comer por ser agrias. El “agua de azahar”, obtenido por destilación de la flor, se utiliza también en repostería combinado con almíbar, miel y almendras, y para aromatizar el té de menta. El tradicional dulce de Navidad italiano, llamado “panetone”, es inseparable del aroma del agua de azahar.  En cosmética, se utiliza como tónico facial, manteniendo la piel de la cara libre de toxinas, de acné y de espinillas y en infusiones, por sus propiedades sedantes. Del azahar del naranjo amargo se extrae el “nerolí” y de sus hojas el “petitgrain”, ambos aceites esenciales usados en perfumería; y de la cáscara de la naranja dulce se extrae el aceite esencial o “esencia de Portugal”, usado en la producción de licores o para aromatizar detergentes. Macerando los pétalos en alcohol se obtiene un perfume casero. Su madera se utiliza, entre otras cosas, para hacer pequeños utensilios de cocina. Las naranjas con clavo y granos de pimienta negra es un óptimo ambientador natural para los armarios.

En mi encuentro con el Sultán de Egipto, Al-Kamil, en 1219, en el que estaba acompañado por el hermano Iluminado de Rieti, pude apreciar el ritual musulmán con el cual reciben o despiden a los huéspedes rociándolos con agua de azahar.

El azahar, considerado símbolo de la inocencia, pureza, felicidad y amor eterno, formaba parte de las composiciones florales del ramo de las novias en el día de su boda. 

Los naranjos se usan desde la antigüedad como árboles ornamentales. Los plantados en los pórticos de las iglesias simbolizaban la condición de las almas en los cuerpos mortales.

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