Las dulces moras

Un tallo espinoso lleno de frutos.
photo_camera Un tallo espinoso lleno de frutos.

Las moras o zarzamoras, en gallego amoras, son frutos producidos por especies del género Rubus, arbustos denominados en castellano como zarzas o zarzamoras y en estas tierras del Finisterre europeo como silvas o silveiras.

Conocidas desde la antigüedad, las zarzas vienen ya citadas en la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Al respecto, es bien conocido el episodio de “Moisés y la zarza ardiente” narrado en el libro del Éxodo. Asimismo, zarzas y moras, vienen evocadas por Julio César en De bello Gallico, por Tertuliano en De Pallio, por Virgilio en las Bucólicas, por Prudencio en el Cathemerinon liber, por Plinio en su Historia naturalis, por Propercio, por Casiano y otros.

En Galicia, entre las especies presentes, que se extienden desde el mar a la montaña, hay dos muy comunes y difíciles de distinguir por su aspecto parecido. Se trata de la silva o silveira de hojas de olmo, Rubus ulmifolius, y la silva brava o, también, simplemente silva, Rubus fruticosus. Ambas pertenecen a la familia de las Rosáceas. Son resistentes a los fríos invernales. Sus tallos, que alcanzan hasta los tres metros o más de altura, son muy largos y llenos de espinas. Son plantas invasivas y de rápido crecimiento que puede colonizar montes, zonas boscosas o formar grandes setos o cercados a modo de matorrales impenetrables. Etimológicamente, su nombre, rubus, deriva del latín y significa “rojo”, por el color de sus frutos aún no maduros. Los epítetos ulmifolius y fruticosus hacen referencia a la semejanza de sus hojuelas con las hojas del olmo el primero y a su capacidad de producir brotes, el segundo. Sus hojas, compuestas por varias hojuelas terminadas en punta, son de forma elíptica u ovalada, con los bordes aserrados, de color verde oscuro más o menos brillante por la parte superior y blanquecino y cubierta de pelillos blancos por la inferior. Las flores, de color blanco o rosado, con numerosos estambres, forman ramilletes terminales. Florecen desde mayo hasta agosto. Sus frutos, comestibles y de agradable sabor dulce, están constituidos por un conjunto de pequeñas bayas agrupadas, de color verde al principio, luego rojas y más tarde, al madurar, negras. Algunos no los aprecian a causa de sus numerosas semillas. Los nombres zarzamora o amora de silveira se usan para distinguirlo de las también denominadas moras producidas por las Moreras, el Morus alba y el Morus nigra, pertenecientes a la familia de las Moráceas, que en Galicia son casi árboles ornamentales. Unos y otros, juntamente con las frambuesas, las grosellas, las fresas silvestres, los arándanos, etc., son conocidos como “frutos del bosque”. Tanto la corteza, como las raíces, hojas y frutos son utilizadas en herboristería por sus beneficios terapéuticos. Las hojas, recolectadas en primavera y una vez secas, pueden utilizarse para infusiones, las cuales tienen propiedades astringentes, antisépticas, depurativas y diuréticas. Contienen, además, vitaminas A, B, C, E y, por su alto contenido en hierro, vienen empleadas para combatir la anemia. En mi ciudad de Asís, en la Umbra italiana, se aplicaban directamente sobre las heridas y las llagas, como cicatrizante. La recolección de las amoras se realiza en verano. Son muy utilizadas en repostería para la confección de dulces, tartas, mermeladas y licores. También se usan para decorar platos o comer con helados o yogures, pudiéndose conservar congeladas para su uso invernal. Se pueden usar, además, para teñir la lana de negro. Estos frutos, de poderosa acción antioxidante, previenen el cáncer y son recomendables en caso de problemas coronarios. Además, disminuyen el colesterol y, juntamente con los fármacos habituales, contribuyen a la cura de la diabetes. En la antigua Grecia, tato Hipócrates como Galeno la consideraban un eficaz remedio contra la gota, al punto de llamarle “bayas de la gota”.

En fin, los brotes tiernos y cocidos hacen una óptima ensalada y, mezclándolos con una pasta de leche y harina, sirven para hacer fritos. Hay quien dice que masticados lentamente son una buena terapia para dejar de fumar. Las hojas son alimento de cabras y los frutos muy apetecidos por los pájaros, hasta el punto que hay una especie, la Sylvia atricapilla, que viene denominada en gallego como “a papuxa das amoras”. El líquido resultante de hervir las hojas y los tallos durante una hora, se puede aplicar al cabello, una vez frio, para ennegrecerlo. La miel de la flor de las zarzas es muy apreciada. Otra especie de silva presente en Galicia es el Rubus caesius. Hoy, ante tanta belleza y abundancia, solamente me queda añadir aquello que escribí hace tiempo en el Cántico del Hermano Sol: “Alabado seas mi Señor, por nuestra hermana madre Tierra, la cual nos sustenta y gobierna, y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba”.

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