Uxía Pérez, atleta tudense

Uxía Pérez: "Me gustaría volver a ser la que era o dar mi mejor nivel aquí"

Uxía Pérez Bugarín repasó su actualidad como atleta en Atlántico.
photo_camera Uxía Pérez Bugarín repasó su actualidad como atleta en Atlántico.

Uxía Pérez Bugarín (Tui, 25 años) regresó a casa esta temporada para retomar la vida atlética tras años de lesiones y entró en el Celta. Entrena bajo las órdenes de Manu Martínez Ageitos y, tras una hernia epigástrica, trata de volver a su mejor nivel. “Nunca he estado tan feliz como ahora”, explica sobre un día a día en el que comenzó a compaginar el atletismo con el mundo laboral como entrenadora. “Por fin aplico lo que estudié”, resume.

 

 

¿Cómo es su día a día?

En función del día de la semana, normalmente, me levanto y entreno por la mañana y, después, si tengo que doblar sesión algún día, lo hago. Y, a partir de ahí, otros dos días voy a trabajar por las tardes.

¿Cómo es ese proceso de intentar volver a tener un alto nivel? 

Es algo que cuesta porque pierdes las rutinas y también la velocidad. A mí me está costando mucho regresar a los ritmos que tenía antes y también me cuesta recuperar la intensidad en las series cortas. Manu Martínez -mi entrenador-, me dijo que había que tener calma e ir con cabeciña. Vamos poco a poco y cada día metemos algo más de carga y, por el momento, estoy respondiendo bien. Tengo algunos dolores, pero son normales, sin demasiada importancia.

Si hablamos de lesiones, usted pasó por todo tipo de problemas. 

Rompí cinco veces huesos, pasé una hernia el año pasado, padecí tendiditis, roturas de fibras… Cuando me duele algo, ya tengo un poco de miedo. Intento ser positiva, pero me cuesta. En cuanto llega un dolor, ya se me revuelve todo.

Con tantos problemas, ¿se aprende a tener calma? 

Aprendes a no tener prisa. No se puede llegar de la nada al todo. En mi caso, este año no puedo pretender venir de una operación y volver a ser internacional. Es imposible y, si lo intentas, te vas a lesionar. Entonces, no vas a ser feliz y todo lo haces a disgusto. Creo que, con las lesiones, aprendes y maduras. Ves las cosas de forma diferente.

Comentó que lo que más cuesta es volver a tener velocidad, ¿la va encontrando?

Creo que, gracias a Manu Martínez, la voy encontrando. Por ejemplo, poco a poco, estoy haciendo un 200 final de carrera rápido. Antes, no era capaz de hacerlo y corría rápido, pero a un ritmo constante. No era capaz de cambiar en el sprint. Y esto es importante porque, si no lo haces, cualquiera que te aguante el ritmo te gana al final.

¿Qué le aporta Manu Martínez como entrenador?

Aparte de ser un entrenador, es un amigo. Esto da una confianza increíble con él. Después, como técnico, tiene las cosas muy claras, sabe escucharnos y se adapta a nosotras. Si un día tienes un día malo y no dormiste, adapta el entreno. Si no te encuentras bien, modificamos. Habla contigo y es muy cercano.

Es algo que importa más en casos como el suyo, que compaginan atletismo y trabajo.

No. A mí me gusta mucho esto. Llevo corriendo toda la vida y tengo unos objetivos que quiero cumplir. Soy muy cabezota y, hasta que los consiga, no quiero dejarlo. La verdad, a mí me gusta esto, me gusta mucho. En cuanto a los objetivos, como todo el mundo, quiero bajar mis marcas y alcanzar las que tengo en mi cabeza que creo que puedo conseguir. A partir de ahí, me gustaría volver a ser internacional. 

Ahora puede trabajar varios días, ¿qué importancia le da?

Estudié Ciencias de la Actividad Física y del Deporte y ahora puedo plasmar los estudios en un centro en Patos en el que trabajo. Estoy feliz porque veo que lo que estudié, lo aplico. Y también me sirve para mi propio entrenamiento.

¿Cómo es el grupo de entrenamiento?

Somos un colectivo amplio, pero el más cercano, está formado por cuatro. Somos cuatro mujeres que nos llevamos muy bien y esto ayuda a la hora de entrenar porque vas con ilusión, tiramos unas de otras y el propio Manu también nos hace de liebre. Todo ayuda y la verdad es que estoy muy feliz. Nunca había estado tan feliz como este año.

A nivel competitivo, comenzó con la liga de clubs. 

Estamos en plena liga y nos queda la última jornada el 11 de junio. También compito en Gallegos, que no son objetivos, pero son premios que me deja hacer el míster. Además, hago algunos controles para bajar marcas, pero todo es con el objetivo de hacer una buena base, para empezar en serio la temporada del cross en octubre.

¿Es lo que más le gusta?

Gustar, gustar, no lo sé porque se sufre mucho. Pero se me da bien y sí que disfruto y cuando haces un buen cross, te sientes muy bien. Fui dos veces internacional en campo a través y es lo que mejor me va.

¿Cómo viven dentro del Celta esa opción de ascenso a División de Honor? 

A principios de temporada, teníamos bastante claro que podíamos ascender pero, ahora, a falta de unos días, lo veo más complicado porque fallamos un poco en la segunda jornada. Todavía se puede, pero tiene que salir todo muy bien. También dependerá si vienen a competir Alice Finot o Ester Navarrete, que son nuestras referencias. Con todas, hay opciones. Sí es algo que hablamos entre nosotros, ojalá podamos hacerlo.

¿Cómo es el momento de volver a ponerse un dorsal tras tantos meses de lesión?

Tenía miedo. El primer día que volví a competir, tenía mucho miedo. Pero, volver al Celta para mí es regresar a casa. Todo mi grupo está aquí y volver a correr con una camiseta nueva es como dejar atrás todo lo malo que pasé atrás. Resultó especial porque el día del regresó fue aquí en Vigo y con los compañeros animando. Me salió todo bien y resultó muy bonito.

En este contexto, la veo corriendo muchos años. 

Mi idea es seguir en el Celta y en este grupo hasta que cambien las circunstancias de mi vida. Me gustaría ser la que era e, incluso, dar mi mejor nivel desde aquí. Todo empezó hablando con Manu. Yo quería venirme a entrenar con él y él tenía la idea de hablar conmigo para que me viniera al Celta. Todo coincidió y me están tratando genial. En Vigo entienden que, a veces, puede venir un club grande y te lleva. Al volver -tras una larga etapa en León-, me recibieron muy bien.

Se da la circunstancia de que, en ocasiones, el atleta está mejor en casa que en un centro de alto rendimiento. 

Yo estuve estudiando en León, en un centro de alto rendimiento que era eso, rendimiento puro. Y, la verdad, me siento mejor aquí. Allí estaba triste y si anímicamente estás mal, no vas a rendir porque antes del deportista, está la persona. Estoy en mi entorno, en la zona de confort y me siento tranquila y entrenando bien. No pierdes el tiempo ni te distraes en chorradas que puede haber en un centro de alto rendimiento. Todo es muy sano y es perfecto para mí. 

¿Cómo es probar el ciclismo cuando no podía correr?

Me llevaba mi pareja con la bicicleta y la verdad es que terminé cogiéndole una manía terrible. No me gustó nada, se me dio mal y es muy dura. Después, se me daba mal poner las calas, me daban miedo los coches… No es un deporte para mí. Además, también lo asocio a un momento en el que me dolía el cuerpo, que no sabía lo que tenía porque aún no me habían detectado la hernia y no quiero saber nada. La próxima vez que me lesione, nadaré o haré elíptica.

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