nnn Si Mahoma no va a la montaña, la montaña irá a Mahoma. Y el vestuario del Celta está dispuesto a ejercer de montaña con Emre Mor. O, al menos, a quedar a mitad de camino. El mensaje de querer recuperar al danés para la causa ha calado entre sus compañeros y las primeras palabras de los capitanes sobre él como de él mismo hablan de tender puentes y de reparar los que antes se quemaron.
Todo ha sido un efecto dominó. El futbolista se empeñó en realizar la pretemporada con el equipo pese a que el club ya le había comunicado que no contaba con él. Una vez en Vigo, convenció desde el primer día al cuerpo técnico, que vieron en él el jugador desequilibrante y veloz que tanto habían echado de menos la anterior campaña. El siguiente paso fue trasladar a Príncipe el convencimiento de apostar por el danés, lo que, entre otras cosas, obligaba a variar el plan en el mercado. Por un lado, el alivio de no tener que buscar ese perfil; por otro, la presencia dentro del límite salarial de la totalidad de una ficha muy elevada, lo que implica menos capacidad de movimientos para los refuerzos.
La apuesta está hecha y todos los ámbitos del club están implicados. Exigiendo pero, al mismo tiempo, mostrándose indulgente. Con gestos trascendentes. Por ejemplo, la comprensión de Iago Aspas cuando Mor decidió terminar él un contragolpe sin buscarle. Por ejemplo, el acercamiento del técnico, Óscar García Junyent, al jugador al ser sustituido al apreciar su rabia por no haber sido tan decisivo como a él le gustaría. Por ejemplo, con el mensaje en las redes sociales de su compatriota Okay Yokuslu, mostrando una foto de abrazo entre ellos. O, por ejemplo, ayer mismo Denis Suárez –que se está convirtiendo en un fiable termómetro del vestuario– respondiendo a un mensaje de Mor en Instagram con un mensaje en danés: "Orgulloso del equipo", escribió uno; "fortsæt min ven (continúa, mi amigo)", respondió el otro.n
Todo ha sido un efecto dominó. El futbolista se empeñó en realizar la pretemporada con el equipo pese a que el club ya le había comunicado que no contaba con él. Una vez en Vigo, convenció desde el primer día al cuerpo técnico, que vieron en él el jugador desequilibrante y veloz que tanto habían echado de menos la anterior campaña. El siguiente paso fue trasladar a Príncipe el convencimiento de apostar por el danés, lo que, entre otras cosas, obligaba a variar el plan en el mercado. Por un lado, el alivio de no tener que buscar ese perfil; por otro, la presencia dentro del límite salarial de la totalidad de una ficha muy elevada, lo que implica menos capacidad de movimientos para los refuerzos.
La apuesta está hecha y todos los ámbitos del club están implicados. Exigiendo pero, al mismo tiempo, mostrándose indulgente. Con gestos trascendentes. Por ejemplo, la comprensión de Iago Aspas cuando Mor decidió terminar él un contragolpe sin buscarle. Por ejemplo, el acercamiento del técnico, Óscar García Junyent, al jugador al ser sustituido al apreciar su rabia por no haber sido tan decisivo como a él le gustaría. Por ejemplo, con el mensaje en las redes sociales de su compatriota Okay Yokuslu, mostrando una foto de abrazo entre ellos. O, por ejemplo, ayer mismo Denis Suárez –que se está convirtiendo en un fiable termómetro del vestuario– respondiendo a un mensaje de Mor en Instagram con un mensaje en danés: "Orgulloso del equipo", escribió uno; "fortsæt min ven (continúa, mi amigo)", respondió el otro.n
