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Barcelona 92 desde la primera persona

Enrique Míguez, Carlos Adán y Leopoldo Centeno se reunieron ayer en el Museo Quiñones de León.
photo_camera Enrique Míguez, Carlos Adán y Leopoldo Centeno se reunieron ayer en el Museo Quiñones de León.

Los atletas Carlos Adán y Alejandro Gómez, el palista Enrique Míguez y el pentatleta Leopoldo Centeno recuerdan los Juegos Olímpicos después de 25 años

Antonio Rebollo lanzaba la flecha con fuego en dirección al pebetero  y se encendía la llama olímpica de Barcelona el 25 de julio de 1992. Por primera vez -y hasta el momento única- el suelo español acogía unos Juegos Olímpicos. Pasaron miles de deportistas, grandes estrellas mundiales y también otros humildes que 25 años después reviven aquellos momentos. Un total de 20 gallegos estuvieron en la cita, cada uno con su historia, su recuerdo y sus circunstancias. Después, cada uno transitó por el camino de la vida de la mejor forma posible. Algunos tuvieron una larga trayectoria deportiva, otros son auténticos ciudadanos anónimos y el recuerdo, configurado a través de los años, cuenta historias diferentes, pero imborrables. 
Enrique Míguez llegó a aquellos Juegos con una sólida trayectoria en el piragüismo. Medallista en Seúl, explica que "los recuerdos son bonitos, aunque el resultado no fue todo lo mejor posible. Fueron unos Juegos espectaculares para España porque fueron los primeros en el país y querías que saliera todo bien y entrenamos para ello". El deportista de Tui añade que "en principio, íbamos con opciones de medalla, pero mi compañero tuvo una colitis y se fue todo al traste. Podía firmar un cheque de que si no es por la enfermedad, estaríamos en el podio. Durante todo el año, en las regatas internacionales, estuvimos en la final. En la previa a los Juegos, en Alemania, fuimos segundos a una décima de los ganadores en una cita que era selectiva para muchos países. Íbamos hacia arriba y estaba convencido de que teníamos nivel para alcanzar la medalla. Para mí serían mis últimos Juegos y no entré ni en la final. Era algo que no entraba en los planes". 
Leopoldo Centeno es uno de esos anónimos. Practicó penta-tlón moderno, modalidad extremadamente minoritaria en España. Llegó con cierta velocidad a la élite y la dejó tras los Juegos de Barcelona. "En lo deportivo fue un fracaso a nivel personal porque en los años anteriores estaba entre los diez mejores del mundo, incluso había quedado cuarto en un Mundial y el resultado de Barcelona fue amargo. No pretendía ganar medalla, pero consideraba que estar entre los diez primeros era normal. La cabeza me jugó malas pasadas y creo que en aquella época el rendimiento deportivo no estaba al nivel del entrenamiento".
Sin embargo, el aprendizaje lo sacó para la vida porque Centeno asegura que "prefiero pensar en lo positivo y me quedo con un momento imborrable de mi vida e importante. Me hacía mucha ilusión competir en casa. Además, sabía que era una vez en la vida, algo que no se iba a repetir y fue espectacular". 
Tras el recuerdo y el paso de los años y la vida, Centeno reconoce que "conoces a muchas personas y a gente muy diferente. Lo que pasa es que eres joven y no sacas un rendimiento tan importante. Si me pasa ahora, sería muy diferente. De joven, pasas por encima, en volandas. No extraes el jugo que sacarías si tienes una edad más avanzada".
Una sensación similar tuvo el atleta Carlos Adán. El fondista destaca que "llegué allí, me concentré para correr, vi a gente conocida de otros deportes, pero no lo viví tanto. Me di cuenta después, con el tiempo. Si hubiera ido a otros Juegos, seguramente lo disfrutaría de otra manera. Me queda esa pena, pero me queda en el recuerdo y es imborrable". Parte de ese momento especial llegó porque "la competición fue especial. La gente iba coreando tu nombre en todas las vueltas. Se me puso la piel de gallina porque nos animaron mucho. No poder clasificarte para la final me dio un poco de palo, pero lo di todo". 
Lejos de la pista se sintió más afortunado Alejandro Gómez porque "tuve la suerte de conocer a una chica que estaba en la organización y vi cosas impresionantes. El día de la clausura estaba con los que cantaban y no lo haría si no llega a ser por ese contacto. Al final, vi cosas y me resultó algo precioso. Comprobé la seguridad que había, con gente que pasabas por el medio y eran de seguridad. Incluso el control que había en la playa. Esas cosas que pude vivir, sí que me quedan en el recuerdo".
En la pista, Alejandro Gómez vivió uno de sus momentos negros como deportista porque "fue la única vez que me retiré. Me estuvieron mareando el mes anterior al sacarme de la convocatoria. Después me volvieron a incluir, pero tuve que ir a hacer un 10.000 a Portugal, condicionado por el fuerte viento, y no me recuperé para Barcelona".
Pequeñas historias de la historia del deporte en España.n

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