Un español en la corte de Wagner

El director español Pablo Heras-Casado delante del Teatro de Bayreuth.
photo_camera El director español Pablo Heras-Casado delante del Teatro de Bayreuth.
Pablo Heras-Casado inaugurará el Festival de Ópera de Bayreuth dirigiendo “Parsifal”, en siete funciones para las que las entradas ya se encuentran agotadas, un acontecimiento que el artista afronta como “una prueba de fuego” que tiene que pasar

El director español Pablo Heras-Casado abre la temporada del Festival de Ópera de Bayreuth desde el “foso místico” del teatro construido por designio de Richard Wagner y con un “Parsifal” que incorpora la realidad virtual como “complemento”. “Es una prueba de fuego por la que sabía que tenía que pasar, en un lugar muy particular en el que tienes que reinventarte. Hasta que no estás aquí no tienes la clave”, explicó el maestro, ante la apertura esta noche del festival.

Heras-Casado (Granada, 1977) se preparó a consciencia para el momento. Es el primer español que inaugura una temporada del templo wagneriano, en la ciudad bávara donde el compositor levantó su teatro. El único precedente fue Plácido Domingo, quien dirigió en 2018 una reposición de “La Valquiria”, a modo de invitado especial.

“He estado en el foso oyendo a otros colegas para conocerlo y tener una sensación previa. Pero hasta que no diriges desde aquí no sabes lo que es”, admite, en relación al foso de la orquesta en las entrañas del teatro. La experiencia es “mágica”, ya que se consigue una “acústica imposible e increíble”. “Me gusta muchísimo este hábitat”, concluye, para recalcar que “Parsifal” fue la única ópera compuesta por Wagner para ser interpretada precisamente ahí.

“Pierre Boulez decía que cómo puede ser que hoy día no se reproduzca esa técnica”, recuerda respecto al francés, quién en 1976 puso en escena el legendario “Anillo del Nibelungo” con Patrice Chéreau en Bayreuth. “Pero también está bien que sea el único lugar donde se preserva esa magia”, añade.

Génesis

La génesis de “Parsifal”, última ópera de Wagner estrenada en 1882, fue larga. “Lo tuvo en mente mucho tiempo hasta que empezó su composición”, recuerda Heras-Casado.

Su dificultad específica consiste en que contiene “muchas texturas, en tiempos muy pausados, dentro de una pieza muy extensa, muy mística y con un tapiz sonoro de infinitos colores”. El maestro llega a Bayreuth invitado por la directora y biznieta del compositor, Katharina Wagner, a raíz de su trabajo en el Teatro Real de Madrid, donde estrenó el “Anillo” en cuatro años, uno para cada pieza.

Comparte temporada con dos batutas femeninas, la de la francesa Nathalie Stutzmann, quien debuta en Bayreuth con “Tannhäuser”, y la ucraniana Oksana Lyniv, quien repone “El holandés errante”. Los tres, junto con Pietari Inkinen, al frente del “Anillo” de Valentin Schwarz estrenado el año pasado, representan una generación renovadora en ese festival.

“Con todos los respetos hacia (Christian) Thielemann, el festival y Wagner son mucho más que cualquier nombre”, argumenta Heras-Casado en relación a la ausencia del director alemán, quien fue titular de Bayreuth hasta el año pasado.

“Todo festival tiene en algún momento que mirar hacia delante”, añade, para alabar el talante de Katharina Wagner, quien en su gestión ha tenido que “vencer muchas resistencias”, incluido “el peso de la tradición”. El “Parsifal” es su nueva incursión en Wagner, tras el “Holandés Errante” estrenado en 2016 en el Real de Madrid -”mi cuna wagneriana”, dice- y el “Anillo” que dirigió ahí desde 2018.

Aplica al poema épico que Wagner situó en el norte medieval de España los aires de su Granada natal. “Cada artista, cuando se relaciona con otro entorno, lleva inconscientemente parte de su vida, en cada gesto, en cada aproximación”, explica.

Su incorporación no podía ser otra que la Alhambra, “el fabuloso palacio” que tiene enfrente de su casa granadina. Es su referente, por mucho que actualmente su existencia discurra entre Berlín, Viena, Roma, Bayreuth y otros escenarios.

El otro elemento de la producción, obra del estadounidense Jay Scheib, son las gafas de realidad aumentada -AR-, que el festival pone a disposición de 330 de las 2.000 entradas por cada función y que extienden lo que ocurre en escena con imágenes virtuales.

“Son un complemento y una apuesta del festival. Está bien abrirse a nuevas tecnologías, con talante progresista e innovador”, argumenta Heras-Casado.

Las gafas AR son el elemento más comentado ante la apertura, aunque “como todos sabemos, desde los artistas y técnicos a Katharina Wagner, aquí todo gira en torno a la música de Wagner”, concluye.

Entradas agotadas

Las entradas para cada una de las funciones de esta pieza están agotadas, algo que no ocurre, por ejemplo, con la reposición del “Anillo del Nibelungo” de Valentin Schwarz. La gerencia del festival incrementó este año el precio de las entradas en un 6% -más o menos el nivel de la inflación-, pero tal vez este no sea el único factor disuasorio para la tetralogía, sino las duras críticas y los abucheos que cosechó el año pasado en su estreno Schwarz con su ciclo en formato “Netflix”.

Previo a la inauguración de la temporada hubo un concierto al aire libre, en las praderas y jardines que envuelven el teatro construido en la verde colina de Bayreuth entre 1872 y 1876, de acuerdo a las instrucciones del genial compositor

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