Servicios máximos de celtismo pese a todo

Más de 20.000 aficionados asistieron al encuentro entre el primer equipo del Celta y el Girona a las dos de la tarde.
photo_camera Más de 20.000 aficionados asistieron al encuentro entre el primer equipo del Celta y el Girona a las dos de la tarde.
Balaídos volvió a sufrir con el primer equipo, ganando eco los gritos contra Rafa Benítez, y no pudo resarcirse con el filial en una jornada que iba a ser una fiesta

Pues el celtismo sigue ahí cuando el Celta, o su filial, miran atrás. Y, por desgracia, mirar hacia atrás se está convirtiendo en costumbre. Era el de ayer un día especial que quiso ser de fiesta. Si el calendario castiga juntando dos partidos de primer orden celeste en el mismo día, pues se celebra. Se gane o se pierda.

El programa de actos era extenso en el tiempo. Había que cubrir cinco horas entre los dos encuentros e incluso amenizar la previa del primero. Y la afición se prestó, pese a tener sobre la piel sin cicatrizar las heridas de la doble derrota contra la Real Sociedad. A mediodía, se volvieron a superar los 20.000 espectadores -20.684 en total-; por la noche, se juntaron 13.504. En el segundo, contando con presencia  deportivista.

El sol de invierno acompañaba en el camino hacia Balaídos alargando la mañana del domingo. De agradable paseo o en los autobuses; servicios mínimos en el segundo caso y máximos en el primero. El escenario plantificado en la explanada de Tribuna recibía a la concurrencia, aunque a pie de calle el ambiente se caldeaba más con la marcha verde de la batucada Leña Verde. Era el aperitivo de una jornada en la que había hambre de victorias y un hambre mucho menos metafórica. De ahí las colas para comprar bocadillos.

La cuestión es que la viandas se atragantaron incluso antes de ingerirlas al tener que tragar, otra vez, con un gol en contra en los primeros minutos del partido. El celtismo recuperó esa capacidad suya de sufrir cantando pero con un severo matiz: los gritos contra Rafa Benítez, que en Copa tuvieron su germen, encontraron más eco ayer. Primero, con los dos primeros cambios; y de vuelta, en el descuento. Porque la paciencia está dando demasiado de sí.

Al menos, quedaba por delante la tarde de cervezas y conciertos en el entorno del estadio antes de realizar el recibimiento al filial. Y hubo ambiente, porque lo que tiene el celtismo es que no se viene abajo con una derrota. La gestiona mejor de fiesta que de funeral.

Quedaba el segundo capítulo, con el derbi de estos últimos años, en los que el primer equipo del Deportivo se iguala con el segundo del Celta. Más de la mitad de los asistentes al primer episodio repitieron en el segundo en un Balaídos que quería disfrutar. Lo pudo hacer con el juego del filial pero no con el resultado final. Una derrota ante el Deportivo -sin incidentes, salvo el lanzamiento de botellas de agua al campo-, aunque sea con el filial, no agrada. Pero la afición no se olvidó de apoyar a los jugadores incluso después de acabar el partido.

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