Escocia sí reconoció a los pioneros

No faltó alguna que otra trifulca en el partido de vuelta de la eliminatoria ante el Aberdeen, pese a la clasificación de los locales.
photo_camera No faltó alguna que otra trifulca en el partido de vuelta de la eliminatoria ante el Aberdeen, pese a la clasificación de los locales.
El primer Celta europeo pasó muy desapercibido en Vigo, pese a las crónicas sobre su mejor juego en la vuelta

La historia céltica los ha relegado casi a categoría de expediente extraviado, aclamando a los Héroes del Villa Park y de Anfield del 98 o a los de Old Trafford, ya en este siglo (2017), pero ellos llegaron primero, situando al fútbol gallego en el mapa de la UEFA. Y siempre con los británicos como oponentes.

Perdieron, cayeron a las primeras de cambio y, para decepción de los aficionados, sufrieron un septiembre negro más terrible que el que actualmente viven los de Coudet. Pero finalmente se repusieron.

Porque a aquel Celta europeo de Juanito Arza le dieron la espalda su público y los resultados, pero no su rival, que recoge en sus archivos y en la abundante bibliografía del club escocés, la calidad de aquel once celeste. José María Villot, periodista vigués -nacido en la calle Cervantes, como bien recuerda- y con enorme recorrido en los medios de comunicación (empezó en La Voz de Vigo y aún hoy en día, afincado desde hace muchos años en A Coruña, publica artículos de opinión para El Ideal Gallego), rememora aquella eliminatoria.

Él cubrió toda la eliminatoria y confirma palabra a palabra lo que se reconoce en Escocia, especialmente sobre el choque de vuelta en Pittodrie: “Del resultado y del partido, lo dicho: mejor el Celta y fabuloso el portero Alarcia en la vuelta”. La ida había sido un enorme varapalo (0-2), con goles de Joe Harper (tras no blocar Gost el centro de Forrest) y de Jim Forrest (gol olímpico). En Aberdeen, Alarcia detuvo un penalti en el primer tiempo y recibió el gol de Harper en el descuento (90+2), según la hemeroteca.

Los celestes, invictos en su feudo la Liga 70/71, perdieron contra el Aberdeen en el arranque de la 71/72. Diez días antes Balaídos había visto el triunfo del Celta en la primera jornada del campeonato doméstico frente al Atlético de Madrid (2-1), pero los escoceses acabaron con la inexpugnabilidad del coliseo vigués. “King Joey”, como así reconoce la historia balompédica al goleador de los “Dons”, dejó escrito en un libro “Aberdeen, a centenary history, 1903-2003”, aquel cruce: “Recuerdo uno de mis primeros viajes por Europa; vencimos al Celta de Vigo, un gran club ahora. Vigo fue uno de los lugares más bonitos en los que he estado, y les ganamos 2-0 en Vigo, Jim [Forrest] y yo marcamos. Volvimos a Aberdeen quince días después y nos ‘asesinaron’ por completo. Rematé un último saque de esquina para ganar el juego, pero con toda honestidad, podrían habernos hecho cinco [goles] esa noche”.

“El Pueblo Gallego” titulaba su crónica de la agencia Alfil (no envió periodista por el veto céltico a su redactor de Deportes, Marcelo Otero) con el “Gran partido de los celestes”, y en un segundo titular calificaba de “notable” la actuación de Alarcia, conocido por su segundo apellido. El guardameta santanderino, fichado aquel verano del Mallorca, detuvo un penalti a Harper en el primer periodo. 

Por Europa el club recaudó un millón de pesetas

La eliminatoria de la primera edición de la Copa UEFA (antes Copa de Ciudades en Feria), de la que ahora se cumple el medio siglo, ofreció anécdotas más que variadas para recordar. El club vigués, que estimaba para esa temporada un presupuesto total de casi 40 millones de pesetas, recaudó un millón por la taquilla de la ida en Balaídos.

La prensa escocesa daba una entrada de 35.000 espectadores, pero lo cierto es que en los medios gallegos y en los periódicos deportivos nacionales se anotaba media entrada (unos 17.000). En una de las publicaciones locales, la cifra fue aún más rebajada (12.000). Y era más real porque el club había logrado una media de 20.000 espectadores en la liga anterior, mejor marca que en las dos campañas previas, y en Europa la afición le falló.

Los medios gallegos desplazados a Escocia se encontraron con varias anécdotas. La primera, nada más coger el taxi que los llevaba a su hotel desde el aeropuerto en tierras británicas. El taxista les decía: “Españoles, españoles, muera Franco, muera Franco”, relataba Villot que, además, se apura en aclarar otro detalle. “Digo el pecado, no el pecador. Fue en el aeropuerto: nos contaron en Vigo que una botella de nuestro coñac valía por dos de su whisky... Pues no”. El público escocés, que podía acceder al estadio dos horas antes, tenía prohibida la entrada de bebidas en botellas de cristal. 

Una hora tope

Ser enviado especial hace medio siglo no era misión fácil. Ningún avance tecnológico existía. Había que enviar las crónicas desde la oficina de Telégrafos “y a las diez de la noche cerraba”.

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