“El Celta era un equipo de mitad de tabla”, incidía Juan Fernández (Ferrol, 1948). Pero lo pasó muy mal en la recta final de 1971. Los goles de Harper hicieron daño. Porque tras ganar a Atlético (2-1) y empatar contra el Betis (1-1), el 0-2 trajo malos resultados en Liga: 3-0 en el Bernabéu, 0-1 contra el Sabadell (con escándalo arbitral de Guruceta) y derrota en Pittodrie. Después, tres derrotas más ante Bilbao (4-0), Valencia 81-4) y Barça (1-0). Y colista.
Paso a paso, el equipo de Arza se repondría para acabar décimo.
Pero antes, en el campo de los “Dons”, con 25.000 espectadores (lleno total), la injusticia. El campeón de la Supercopa escocesa celebraba el partido número 100 de su estrella, pero fue superado por los vigueses con las mismas armas escocesas en la ida: el contragolpe.
Harpero falló el penalti ante Alarcia, aunque dejaría su sello con un chut desde 15 metros en el tiempo de descuento y recibiría por esa temporada la Bota de Bronce europea por detrás de Gerd ‘Torpedo’ Müller (Bayern), con 40 goles, y del griego Antonis Antonianidis (Panathinaikos), con 39. Las crónicas gallegas hablan de que el Celta mereció el empate. La historia del Aberdeen dice que mucho más.
